El ingeniero, matemático e inventor Leonardo Torres Quevedo en una fotografía tomada en 1935. EFE

Torres-Quevedo, el “inventor total” que vislumbró la inteligencia artificial

Santander (EFE).- Del transbordador de las Cataratas del Niágara, que aún funciona, a una máquina “inteligente” que siempre ganaba al ajedrez, el cántabro Leonardo Torres-Quevedo fue un “inventor total” que “empezó a vislumbrar” las potencialidades de lo que hoy, un siglo después, llaman inteligencia artificial.

“Es el inventor total, el ingeniero completo, es el padre de la automática y de la inteligencia artificial”, subraya en una entrevista a EFE el matemático Francisco González, experto en la figura de Torres-Quevedo, al que rinde homenaje con dos exposiciones en la Universidad de Cantabria.

Una de estas muestras, “Del telekino a la automática”, que se puede ver en la Facultad de Ciencias, se centra en las aportaciones del inventor, nacido en Santa Cruz de Iguña (Molledo) en 1852, a la electromecánica, una ciencia “que aplicó por primera vez”.

“Vislumbró y anunció a la comunidad científica internacional por donde podían ir los tiros con esta tecnología”, asegura el matemático.

En 1914, el inventor publicó el tratado fundacional de la automática, que se basa en el concepto del “autómata”. “Es una máquina que tiene energía, miembros, sensibilidad para recibir información del exterior y, sobre todo, que tiene discernimiento”, explica.

Recorte de un titular del diario francés “Le Matin” de 1912 sobre “El ajedrecista”, una máquina programada para ganar cualquier partida de ajedrez y diseñada por Leonardo Torres-Quevedo. EFE/Pablo Ayerbe Caselles.

¿Pueden pensar las máquinas?

Según cita González, Torres-Quevedo habló, por primera vez en la historia, de una máquina “capaz de recibir información del exterior, memorizarla con toda esa información, tomar decisiones por si misma”.

“Esta es la definición que podemos dar de robot hoy en día”, apunta el matemático, quien lamenta que, aunque el ingeniero cántabro diseñó una máquina analítica similar a la computadora treinta años antes que Alan Turing, y llegó a construir el aritmómetro (una calculadora), no pudo terminar de desarrollarla por completo debido a su avanzada edad.

Antes de ese tratado, Torres-Quevedo sí que diseñó y presentó “El ajedrecista”, en 1912, en París, una máquina capaz de ganar en un final de partida a cualquier persona al ajedrez. “A cada movimiento del humano la máquina responde inteligentemente hasta dar el jaque mate final”, explica González.

“La máquina puede realizar el trabajo cerebral del hombre”, titularon artículos de prensa de la época sobre este trabajo de Torres-Quevedo, de quien afirmaban que “sustituiría con máquinas a la mente humana”.

De este modo, el inventor cántabro comenzó, de acuerdo a González, a avanzar las “potencialidades” de lo que hoy conocemos como inteligencia artificial y reflexionó sobre el pensamiento de las máquinas.

“A la pregunta de si puede pensar una máquina, Torres-Quevedo dice que el inteligente es el humano que diseña esas máquinas, y que estas pueden articular un discurso más o menos coherente dependiendo de su complejidad”, apunta el matemático.

Torres-Quevedo desechó esa idea porque, con su tecnología, una máquina capaz de “pensar” y “reconstruir discursos” ocuparía “un edificio entero”.

“Entiende que con esta tecnología nadie va a hacer eso”, argumenta González, quien subraya que “hasta en eso, está avanzando las potencialidades”.

El inventor total

El inventor de Santa Cruz de Iguña es conocido por haber diseñado el transbordador de las Cataratas del Niágara, que lleva más de cien años funcionando sin registrar fallos, pero también es autor de globos dirigibles o el telekine, un sistema para controlar a distancia ese ingenio volador, un invento que remite directamente a los actuales drones.

Entre sus patentes, figuran también la del catamarán o binave y la de la máquina taquigráfica, para copiar un discurso a medida que se pronuncia sin necesidad de acudir a la taquigrafía.

Pablo Ayerbe Caselles