Las vidrieras de la iglesia de la Asunción, en Torrelavega (Cantabria), revivirán en unos meses su luz, color y esplendor original gracias a la primera gran intervención en casi 130 años que lleva a cabo el maestro vitralista Tomás Saiz Castillo. EFE/Javier G. Paradelo

Las vidrieras centenarias de la iglesia de la Asunción recuperan su esplendor

Torrelavega (EFE).- Las vidrieras de la iglesia de la Asunción, en Torrelavega, revivirán en unos meses su luz, color y esplendor original gracias a la primera gran intervención en casi 130 años que lleva a cabo el maestro vitralista Tomás Saiz Castillo, el mismo que restauró las del Paraninfo de la Universidad Pontificia de Comillas.

Como un enorme puzle de plomo y vidrio, en su taller de Torrelavega se acumulan las 17 grandes vidrieras objeto de la intervención.

Esta restauración recrea paso por paso la forma de construcción original, utilizando las mismas herramientas y los mismos productos para asegurar una nueva vida a estos enormes objetos decorativos.

Las vidrieras estaban a más de 20 metros de altura.

Han tenido que ser retiradas con el cuidado que requiere un elemento único y delicado, cuyo estado de conservación se desconoce hasta que llega al taller.

Una vez allí debe superar un riguroso examen para determinar qué tipo de intervención se necesita.

No ser ‘invasivo’

El maestro Tomás Saiz explica que este examen sirve para “ser lo menos agresivo posible” en la intervención.

Algunas vidrieras serán desmontadas en su totalidad, otras sólo necesitarían una limpieza, y unas pocas incluso reconstruir alguno de los cristales dañados.

En este caso, también se “arreglarán” intervenciones “poco cuidadosas” en algunos cristales estropeados, al parecer por disparos durante la Guerra Civil.

Y una vez completados todos estos pasos las vidrieras se volverán a izar a su lugar, listas para aguantar otro siglo.

Oficio desconocido

Según Tomás Saiz, el oficio de vitralista es “muy desconocido” y también está “casi en peligro de desaparecer”.

Requiere “grandes dosis de paciencia, dedicación y cariño” por el material que se está utilizando, vidrieras de decenas o cientos de años de antigüedad.

Por eso es uno de los últimos vitralistas de Cantabria y también uno de los más prestigiosos de España.

Forma parte de la Red Nacional de Maestros de la Construcción Tradicional, un entidad que ha visto decrecer los talleres en los últimos años hasta quedar poco más una treintena en todo el país.

Tomás Saiz cuenta que comenzó en este oficio hace unos 30 años.

Antes pasó por otros, como músico del grupo Blue Jeans, que actuó con artistas como Sabina o Aute, pero una vez que se inició el vidrio le “cautivó”.

Se formó como vitralista en Barcelona, Italia y Alemania hasta coger la técnica y poder dar su propia mirada a los trabajos.

Tomás Saiz ha trabajado en numerosos proyectos de restauración.

La mayor parte, en iglesias situadas en Cantabria, destacando las vidrieras del Monasterio de Santo Toribio de Liébana, las del Palacio de la Magdalena, de la Agencia Tributaria de Santander o las instaladas en el Aeropuerto Internacional de Palma de Mallorca.

Y espera confirmación de otra intervención que se ejecutaría en un palacio en París.

Es un proyecto ahora parado por la guerra en Ucrania pero que, confiesa, le haría una gran ilusión acometer. EFE