El poeta, profesor y etnógrafo José Luis Puerto avanza en su "diario espiritual", que es como define al conjunto de su obra poética, con 'Ritual de la inocencia'. EFE/J.Casares

José Luis Puerto regresa a la poesía después de seis años con “Ritual de la inocencia”

León, 1 jun (EFE).- El poeta José Luis Puerto acaba de publicar “Ritual de la inocencia”, un nuevo eslabón de su “diario espiritual”, que es como él define a su obra poética, para tratar de “desacralizar la realidad” mediante poemas devenidos en “casas de las palabras”, para que en esa morada habite el hombre y le ilumine.


Tras publicar en marzo un primer volumen de la trilogía que recogerá los dichos populares o dictados tópicos de las provincias de León, Zamora y Salamanca, Puerto ha regresado a su género favorito “para celebrar lo pequeño, lo cotidiano, lo más humilde, el transcurrir del tiempo, la lengua, el habla, la naturaleza y también el arte como obra humana”, ha explicado en una entrevista con EFE.

El poeta, profesor y etnógrafo José Luis Puerto avanza en su “diario espiritual”, que es como define al conjunto de su obra poética, con “Ritual de la inocencia”. EFE/J.Casares


Homenaje al Nóbel irlandés W.B. Yeats


Esta nueva obra, editada por Reino de Cordelia, se gestó entre 2016 y 2022, y toma su titulo de unos versos del poeta irlandés William Butler Yeats (1865-1939): “….por todas parte se ahoga el ritual de la inocencia”.


“Con esos versos Yeats alude a la profanación de lo sagrado que hay en el mundo contemporáneo y de algún modo he pretendido partir de ese ritual de la inocencia para crear el poema”, ha explicado Puerto (La Alberca, Salamanca, 1953) sobre su objetivo de “desacralizar la realidad, es decir al mundo y al ser humano”.


Dentro de ese contexto, ha añadido, el poeta es el inocente como ya avanzaron José Ángel Valente con su libro “El inocente” y Claudio Rodríguez cuando escribió: “…nada hay que nos aleje de nuestro hondo oficio de inocencia”.


“Ese hondo oficio de inocencia es el oficio del poeta, que ha de desacralizar la realidad a través de las palabras”, ha abundado Puerto.


El autor destaca que lo que está buscando a través de esa celebración verbal y poética es “ensalzar todo aquello que sostiene el sentido del mundo”, que considera que debe ser “el verdadero trabajo del poeta”.


Tributo a la Nobel alemana Nelly Sachs


También ha rendido homenaje con esta obra a la poeta alemana Nelly Sachs (1891-1970), ganadora del premio Nobel en 1966, quien se empeñó en trasladar con su obra que la poesía tenía que “recomponer las sílabas mutiladas”, una forma de decir que “había que rearmar a las sociedades que viven de espaldas a los valores esenciales”.


“Desde esa base, Sachs no está diciendo que poetizar no sería otra cosa que realizar un viaje a la transparencia”, ha agregado Puerto, quien recalca que entiende la poesía como “una vía iluminativa, una forma de sostenerse en la luz frente a tantas tinieblas, profanaciones y caos”.


Por último, señala que la poesía le ha servido a lo largo de toda su vida para escribir su diario espiritual personal: “Así la veo, como un diario, como una presencia constante y continua en mi vida y por eso a este libro seguirá otro porque los poemas van surgiendo y nunca les pongo punto final”.


“Entiendo el decir poético como algo continuo, algo que no tiene fin y por eso nunca hay punto al final de mis poemas”, ha zanjado en este punto.


Retorno a la poesía


Con este libro Puerto regresa a labor poética, la más destacada de creación, que tenía aparcada desde que en 2017 entregó a la imprenta “La protección de lo invisible”.


Entre uno y otro, el autor publicó al año pasado “Fulgor de madre”, un emotivo “cuaderno poético” en el que rinde un “sentido homenaje” a su madre, fallecida en diciembre de 2020 a los 93 años “de puro acabamiento”, y a la que define como “una mujer luminosa que siempre vivió en La Alberca (Salamanca), tenía asimilada la cultura campesina y se convirtió en guardiana de la tradición del pueblo”.


Poeta, ensayista y etnógrafo, Puerto se jubiló como catedrático de Lengua y Literatura de instituto después de impartir la docencia en Sevilla, Segovia y León, ciudad en la que reside en la actualidad.


Es autor de diez libros de poemas a las que se suma ahora esta nueva obra: “El tiempo que nos teje” (1982), “Un jardín al olvido” (1987, accésit del premio “Adonais”), “Paisaje de invierno” (1993, premio “Ciudad de Segovia”), “Estelas” (1995), “Señales” (1997, premio “Gil de Biedma”), “Las sílabas del mundo” (1999), “De la intemperie” (2004), “Proteger las moradas” (2008), “Trazar la salvaguarda” (2012) y “La protección de lo invisible (2017). EFE