Lola Villar fue la primera mujer que abrió un despacho de abogados en la Montaña Palentina. EFE/Almudena Álvarez

La primera abogada de la Montaña Palentina: “trabajar en un pueblo no es una renuncia”

Almudena Álvarez/Palencia (EFE).- Lola Villar fue la primera mujer que abrió un despacho de abogados en la Montaña Palentina. Más de cuatro décadas después recibirá la Medalla al Mérito de la Abogacía de Castilla y León con la seguridad de que trabajar en el medio rural nunca ha sido una renuncia.

“Todo lo contrario. Solo veo ventajas”, asegura en una entrevista a EFE esta abogada, hija y madre de juez, que lleva desde 1979, 45 años, ejerciendo de forma ininterrumpida en su despacho de Cervera de Pisuerga (Palencia).

Lola Villar fue la primera mujer que abrió un despacho de abogados en la Montaña Palentina. EFE/Almudena Álvarez

Una labor incansable que ha visto recompensada a lo largo de su vida con la satisfacción del trabajo bien hecho y el agradecimiento de sus clientes, y a la que pondrá un broche de oro la Medalla al Mérito de la Abogacía de Castilla y León, que se le impondrá el próximo mayo.

Será la primera mujer del Colegio de Abogados de Palencia, al que pertenece desde el inicio de su carrera profesional, que recibe esta distinción.

“Hay pocas mujeres de mi edad ejerciendo y con los mismos años de colegiación que yo”, afirma esta abogada que estudió en Deusto, porque entonces vivía en Bilbao, se tituló en 1976 y se colegió con el número 96 del Colegio de Palencia.

De profesion abogada


Casi medio siglo después, recuerda aquellos inicios en una buhardilla de Cervera de Pisuerga compartida con otro abogado, escribiendo a máquina tal y como veía en las películas de abogados o en Perry Mason, aquella serie en blanco y negro que ya de niña le despertó el interés por la Abogacía.

“Escribíamos en una copia de papel cebolla amarillo que después entregábamos en los juzgados, no había ni siquiera fax, y cuando nevaba entraban los copos de nieve por la ventana porque no ajustaba bien”, relata Lola Villar recordando aquellos inicios humildes.

“En todo este tiempo ha cambiado el mundo y mi profesión con él”, continúa. También ha cambiado el mundo rural en el que siempre ha trabajado. “Cuando empecé éramos tres abogados en el Partido Judicial de Cervera de Pisuerga, y yo la única mujer. Ahora hay más mujeres ejerciendo en la comarca”, señala.

La primera abogada de Cervera valora trabajar en el medio rural

Asegura que en más de cuatro décadas de actividad profesional nunca tuvo la necesidad de emigrar en busca de mayor proyección profesional. “He estado muy a gusto. Los asuntos del Juzgado de Cervera tenían una entidad importante. He llevado todo tipo de casos”, refiere.

Por ello defiende que quedarse en Cervera de Pisuerga nunca le ha supuesto ningún sacrificio a nivel profesional. “Vivir en un pueblo nunca me ha supuesto ninguna renuncia ni nada negativo. Creo que no me he perdido nada por vivir en un pueblo”, sostiene.

Ni antes, cuando era la única mujer abogada en el partido judicial, ni ahora que son muchas más y de otras profesiones, porque “trabajar en un pueblo es una opción muy válida”.

“De hecho creo que es más fácil salir adelante en un entorno pequeño y rural que en una capital, donde la vida está más deshumanizada”, asegura.

Un momento óptimo para la igualdad


Añade que tampoco se ha sentido nunca discriminada por ser mujer, porque nunca ha dado siquiera la mínima oportunidad para que se le discrimine, pero inciden en que a las mujeres les ha costado mucho llegar dónde están.

“Ahora estamos en un momento optimo que ni se soñó vivir cuando yo empecé”, afirma.

Entonces no existía siquiera la Ley del Divorcio y antes las mujeres necesitaban la autorización de sus maridos para sacar dinero del banco o para aceptar la herencia de sus padres. “Eso si que era una aberración”, sostiene.

Todo eso ha cambiado. Las mujeres estudian, trabajan, ganan dinero. “Esa es la esencia de la libertad”, afirma porque “es muy difícil que una mujer que no tiene medios económicos y que depende de su marido pueda ser libre”, asegura Lola Villar.

En el campo de la igualdad todo ha evolucionado mucho, con muchas leyes nuevas que pretendían hacer las cosas mejor y que a su juicio no lo han conseguido porque “vivimos en un momento complejo política y socialmente, en una sociedad complicada, globalizada, en la que se opina a veces sin conocimiento”.

“Creo que tiene que llegar un equilibrio en derechos y obligaciones que se aleje de este momento en que todo el mundo juzga y condena, algo que solo pueden hacer los jueces” sostiene esta abogada que es hija y madre de juez.

La maternidad sigue siendo un techo de cristal


A pesar de todos los cambios, considera que la maternidad sigue siendo “un techo de cristal para las mujeres muy difícil de romper.

“Siempre he dicho que soy mejor abogada que madre”, confiesa esta profesional que tuvo que compaginar su trabajo con la crianza de sus mellizos y se acostumbró a hacer las demandas a la vez que acunaba con los pies el cesto donde tenía a sus hijos.

“Yo siempre he trabajado para que nunca nadie me diga que me he beneficiado por ser mujer y madre y eso se paga, aunque no sea justo”, reflexiona.

Y es que al final, todos los momentos importantes de su vida, los buenos y los malos, están atravesados por alguna actuación en el juzgado o algún asunto profesional que había que sacar.

Villar explica que “el ejercicio de la profesión es muy complicado, exige muchas horas y dedicación”, aunque confía en que con el tiempo se acabe alcanzando el equilibrio entre hombres y mujeres también en la crianza.

La inteligencia emocional


Lo que sí han cambiado son los medios y las herramientas que se utilizan en la profesión. “La tecnología te permite llegar donde antes ni se soñaba, te permite aligerar la carga de trabajo, ser más rápido y eficiente”, analiza.

Pero asegura que la labor de un abogado es insustituible y la inteligencia emocional, la intuición y la empatía son fundamentales. “La globalización, la digitalización están aquí pero el trato tiene que ser personal y humano”, afirma esta abogada.

Lo sabe porque ha enriquecido su vida con pequeños detalles, la planta que le trajo una clienta, la papelera de mimbre que le regaló el abuelo de otro cliente, sus dibujos, su colección de búhos, y la satisfacción de sus clientes por el trato recibido, aun perdiendo el caso. EFE