Valladolid (EFE).- Un cocinero tunecino que trabaja en Francia, una chef turca empleada en un restaurante de Nueva Zelanda y un brasileño embarcado en Portugal son algunos ejemplos de la condición universal de la gastronomía que ha puesto de manifiesto, este miércoles en Valladolid, el VII Campeonato Mundial de Tapas.
Se tarda más en pronunciar que en engullir el loco acevichado con chalaquita de apio, cebolla, pimienta, granizado de mandarina, quinoa y leche de tigre con aceite de chiles que ha presentado el chileno Diego Fernandino, un prontuario de historia precolombina y una lección de geografía reducidos a una explosión de sabor.

Sabor precolombino
En el Lastarria, un barrio bohemio de Santiago de Chile, se encuentra Diego Cocina, el laboratorio culinario de este joven chef hispanoamericano que en menos de tres años ha pasado de gestionar una empresa de platos envasados al vacío, durante la pandemia, y de explorar la cocina asiática, a experimentar sus propias creaciones.
“En el fondo la cocina española y la chilena son parecidas en la base común que comparten de caldos, sopas y guisos”, ha explicado a EFE Fernandino antes de anotar la creciente estimación que por los productos autóctonos, “también por la alta cocina asiática”, se está percibiendo en su país.
De resonancia mapuche, la comunidad indígena más numerosa en Chile, Perú y Argentina, el loco es un molusco muy apreciado que habita en las costas chilenas y peruanas, país este último desde donde ha viajado Ralf Zúñiga para presentar “Biodiversidad de maíces”, la tapa con la que aspira ganar el certamen internacional.
La misma raíz precolombina acusa este bocado consistente en una humita o pasta de maíz aliñada, de etimología quechua y muy consumida en el área andina: en Perú pero también en Chile, Ecuador, Bolivia, demás de en Argentina e incluso en el sur de Colombia.
Ralf Zúñiga ha rellenado la masa con carne de cubaya y rociado de sifón para refrescar y hacer más jugosa la tapa que ha entregado al jurado internacional presidido por la chef ecuatoriana Pía Salazar, distinguida este año como la mejor pastelera del mundo.

De costa a costa
En un barco ha presentado el brasileño Rodrigo Barbosa la tapa concebida en el Grande Hotel Thermas, un balneario situado en Sao Pedro do Sul, junto al río Vouga y cerca de Porto (Portugal), como metáfora “del traslado de experiencias, sensaciones” que ha acumulado en su país de origen y que ahora traslada a su destino actual.
“Serra da Mantiqueira”, nombre de su tapa, recuerda su lugar de origen cerca de la costa sur de Brasil, también con los ingredientes empleados como el piñón brasileño (de mayor tamaño), yuca, trucha y vinagre de frambuesa con aceite y pimienta, todo ello para favorecer el contraste entre sabores.
“Una buena mar, un buen barco y un buen capitán… necesariamente conducen a buen puerto”, ha resumido a EFE sobre las esperanzas que alberga de ganar este VII Campeonato Mundial de Tapas cuyo fallo, junto al del XIX Concurso nacional de Pinchos y Tapas “Ciudad de Valladolid”, celebrado este pasado lunes y martes, se conocerá esta noche.
Cocina asiática
De resonancia acuática es “Flor de Mar”, el bocado que ha propuesto la cocinera Somi Kumari, llegada desde Baréin, que ha competido junto al tunecino Dhaker Bejaoui, en representación de Francia, desde donde ha traído un falafel de sardina en dos texturas a base de hierba y garbanzos relleno de un dulce de vegetales.
Son algunos de los aspirantes de este VII Campeonato Mundial, dieciséis en total procedentes también de Alemania, Andorra, Canadá, Emiratos Árabes, España, India, México, Nueva Zelanda, Singapur, Sudáfrica y Suecia.
El representante español ha sido el ganador del certamen nacional del año anterior, Ariel Munguía, (El Puntido/Paganos -Álava-), con la misma tapa (“Cochino bocado”) con la que triunfó.
Este VII Campeonato Mundial de Tapas ha sido retransmitido vía streaming a países como Nueva Zelanda, India, Francia, Méjico y Alemania. EFE