Imagen del Atalaya Rock en Pozal de Gallinas, en Valladolid, 527 habitantes. EFE/Fernando Sanz

Festivales de heavy para impulsar la cultura y la economía en la España vaciada

Fernando Sanz/Valladolid (EFE).- Afinaciones graves, guitarras distorsionadas y dobles bombos retumban en frontones y la plazas de algunos pueblos de la España Vaciada a través de pequeños festivales de música heavy gratuitos.

Es el caso del Atalaya Rock que concluyó en la madrugada de este domingo en el municipio vallisoletano de Pozal de Gallinas, de 527 habitantes, que por unas horas cuadruplicó su población.

Imagen del Atalaya Rock, que ha superado su 17ª edición, en Pozal de Gallinas (Valladolid). EFE/Fernando Sanz


Estos festivales de heavy son un impulso que no sólo incrementa la vida cultural de estos municipios de la España Vaciada, sino que a través de pequeñas asociaciones sin ánimo de lucro y grupos de voluntarios de los propios pueblos se transforman en un acicate para los negocios de restauración y hostelería locales.


En el caso del Atalaya Rock, que ha superado su 17ª edición, cerca de 2.000 personas se han acercado a esta localidad cercana a Medina del Campo para escuchar a bandas nacionales como ‘Grave Noise’, ‘Diabulus in Musica’, Delalma’, ‘Tierra Santa’ – conocidos por su versión de la ‘Canción del pirata’ de Espronceda – y ‘Blood Hunter’, en un abanico que va desde el ‘heavy’ tradicional hasta el metal más extremo.

Cada año más normativas y costes

Una propuesta en este municipio de la España Vaciada que está “consolidada” en palabras de la presidenta de la Asociación Cultural Atalaya Rock, Sonia Moraleja, que explica a EFE que cada vez es más difícil de llevar a cabo porque “hay más normativas, se encarecen los precios y la financiación proviene prácticamente de la venta de bebidas en la barra del festival, de unos pequeños patrocinadores, y, en menor medida, de venta de camisetas”.

Moraleja destaca que el festival sirve para dar a conocer el pueblo fuera de la provincia de Valladolid, ya que les visitan mucha gente de Madrid, Galicia, País Vasco o Asturias, que a llegan a esta localidad a 60 kilómetros de Valladolid en caravanas o en furgonetas ‘camperizadas’.

“Cada vez la gente se ha dado más cuenta de que el festival es importante para el pueblo porque viene muchísima gente de toda España” , valora, para añadir que en esta edición, con el puente del 12 de octubre, se ha notado aún más la presencia de visitantes.

Por su parte, el regidor de Pozal de Gallinas, Guillermo Alonso, califica de “muy beneficioso” este evento, no sólo para su localidad, sino para Medina del Campo y su comarca ya que los asistentes “cogen una habitación en el pueblo de al lado para dormir” o “pasan el día en otro pueblo y conocen nuestra cultura y nuestra gastronomía”.

El modelo de los pequeños festivales heavy, con riesgos

La fórmula de financiación del Atalaya se repite en otros festivales de la zona, en el que una asociación cultural genera pequeñas actividades para, junto a mecenas locales, financiar los conciertos, como ha sido el caso del Vacceo Rock de San Miguel del Pino (Valladolid), que en su segunda edición atrajo en junio de este año a un millar de aficionados al rock más duro a un municipio de 355 habitantes.

Diego Vázquez, el presidente de la asociación Vacceo Rock, explica en declaraciones a EFE que para obtener el dinero que cuesta un festival de estas características, entre 15.000 y 20.000 euros en función del caché de las bandas, tienen que realizar varios eventos a lo largo del año como paellas o ‘jam sessions’ mensuales y todo lo que se saca se reinvierte en el festival.

La aportación de los ayuntamientos a estos festivales de Heavy en la España Vaciada se centra en la parte “logística” – carpas, baños, generadores – como señala a EFE el alcalde de San Miguel, Jonatan González, que reconoce que “los presupuestos llegan a donde llegan” y que se traduce en que “los dos negocios del pueblo están llenos durante todo el día”.

El caso del Bodega Rock

Sin embargo, esta propuesta de festivales de heavy para los pequeños pueblos de la España Vaciada no está exenta de riesgos, como demuestra el caso del Bodega Rock en Hornillos de Eresma (Valladolid), con 174 habitantes, otro festival gratuito de metal que el año pasado aglutinó “en una plaza de pueblo de la Castilla profunda” a un millar de personas pero que no ha podido celebrar su 16ª edición por el aumento de los costes.

“Lo que costaba 1.000 euros antes de la pandemia ahora cuesta 3.000”, lamenta la portavoz de la Asociación Cultural Hornillos Eresmás en conversación telefónica a EFE, Nadia Pelillo, que desglosa algunas cifras del último presupuesto de ese festival de heavy en la España Vaciada, con unos 16.000 euros, en el que algo más de 7.000 se dedicaron a las bandas y el resto se invirtieron en escenario, sonido, cáterin, alojamientos o seguros.


No obstante, Pelillo asegura que ya se han reunido los miembros de la asociación para analizar la viabilidad de realizar el festival el próximo año, en el que esperan contar con la colaboración de las bodegas locales – están en la zona de la DO Rueda – y con el apoyo del resto de asociaciones de la provincia: “estamos en comunicación y tenemos buen rollo”.

Por su parte, Sonia Moraleja incide en que para mantener el carácter gratuito de ese festival de heavy en la España Vaciada no pueden hacerlo crecer mucho más “porque el dinero da para lo que da”, y por ello las asociaciones volverán a empujar la rueda a través de actividades paralelas para impulsar la vida económica y social de los pueblos de una España, tal vez vaciada, pero muy ruidosa. EFE.