Nessa Molina (Lleida, 1997) recuerda que hacia los siete años fue consciente por primera vez que algo "no encajaba" y diez años después y con apoyo de su familia decidió ir a un psicólogo y "trabajar su identidad".

Nessa, Vidda, Alejandro… existen tantas formas de transicionar como personas trans

LARA MALVESÍ

Barcelona (EFE).- Existen tantos itinerarios de transición como personas transgénero, coinciden tanto expertos como representantes de las plataformas trans, así como miembros del colectivo como Nessa, Vidda o Alejandro, que han explicado a EFE su vivencia con motivo del Día de la Visibilidad Trans.

SER TRANS EN PRIMERA PERSONA

Nessa Molina (Lleida, 1997) recuerda que hacia los siete años fue consciente por primera vez que algo “no encajaba” y diez años después y con apoyo de su familia decidió ir a un psicólogo y “trabajar su identidad”.

“Salió el tema de ser trans y una vez empecé a identificarme como mujer y a socializar como tal, esos pensamientos de no encajar desparecieron y empecé a sentir un gran alivio y paz mental”, ha explicado Nessa a EFE.

En su caso, cuenta que sí ha querido hormonarse pero no tiene intención de realizarse una vaginoplastia: “la identidad es mucho más que lo que uno tiene entre las piernas”, reivindica.

Para ella, es importante dejar claro que “no hay una fórmula de ser trans o un estereotipo. Yo soy trans pero no solo eso. Trabajo como una jurista en una pequeña empresa y soy una apasionada del crossfit e incluso compito en triatlones”.

Vidda Priego, el nombre artístico de David Priego, actriz valenciana de 45 años afincada en Barcelona, apunta que su experiencia como trans no binaria ha ido variando con los años. “Piensa que yo soy de una época en que todo se resumía en llamarte maricón”, dice.

“Realmente mi única transición fue dejarme el pelo largo. Mi transición ha sido más social que, podríYo creoamos decir, clínica”, explica a EFE.

Priego, que actúa en la obra “Tránsitos” y es orientadora de un grupo de mujeres trans del Raval (Barcelona), opina que cada persona, “sea trans o cisgénero” vive su identidad desde su lugar. Yo no soy igual que la Veneno, ni la Veneno se parece a Samantha Hudson o a Bibi Andersen”, defiende.

“Por mi experiencia en el colectivo, pasar por el quirófano para algunas personas es importante pero para otras no. Yo creo que cada uno debe seguir su camino. Los procesos médicos pueden ayudar a muchas personas a sentirse más a gusto”, explica.

En ese sentido, sí era importante pasar por una faloplastia para Alejandro Palet (Barcelona, 25 años), un sanitario que hace dos años decidió operarse con el apoyo de la fundación Iván Mañero.

“Tenía claro que quería hacerlo y ahora me siento más yo”, explica el joven, que inició la transición con 15 años.

Sobre la aceptación del resto, dice que un día entró a clase y dijo “a partir de ahora soy Álex”. “Es cómo lo vivas; yo lo he llevado con toda la normalidad”, apunta.

LA “DISFORIA”, UN ASUNTO “COMPLEJO” Y POCO ESTUDIADO

La nueva ley trans recientemente aprobada se aleja de la patologización y apuesta por la autodeterminación de las personas trans. Este enfoque deja atrás los obligatorios tratamientos y diagnósticos de “disforia” de género preceptivos para cambios de nombre registral, como en el DNI.

El catedrático de la UNED Antonio Guillamón es autor de la investigación “Identidad de género, Una aproximación psicobiológica”, donde estima que la disforia o incongruencia afecta a 4,6 por cada 100.000 habitantes en Europa.

Guillamón es reticente a dogmatizar o politizar el debate “trans” y apunta que mientras la ciencia estudia “lo mejor que puede hacer la humanidad es aceptar la diferencia”.

Apunta que los genitales son un marcador biológico muy fiable que predice la futura identidad de género del individuo en más de un 99% de las veces y solo en muy pocos casos falla la predicción.

Deja claro que es un tema “muy complejo” que debe ser abordado desde distintas disciplinas y sobre el que deben realizarse más estudios y literatura científica.

En opinión de Cristina García Bernal, psicoterapeuta especializada en acompañamiento de personas trans de la Universidad de Sevilla, “la disforia es una teoría que va ya siendo superada cada vez más porque se despatologiza todo lo trans como afortunadamente así lo ha recogido la nueva ley”.

La especialista cuenta que las personas transgénero pasan por tres procesos: el social, de aceptación de círculo personal o familiar; el de la transición legal, que tiene que ver con el cambio de su documentación; y finalmente, cuando se da, la transición médica, que puede ir desde la hormonación hasta la cirugía.

“LA IDENTIDAD ESTÁ EN EL CEREBRO, NO EN LOS GENITALES”

En la víspera del Día Internacional de la Visibilidad Trans, la histórica activista y presidenta de la plataforma estatal de derechos trans, Mar Cambrollé, cuenta a EFE que la sociedad y la cultura han establecido una estructura de sociedad binaria (dos categorías: hombre y mujer) que crea enormes frustraciones tanto para las personas trans como para las que lo son pero no se ajustan a ciertos arquetipos.

“Todas las personas pasamos por inquietudes sobre nuestra identidad. Las personas trans no son diferentes. Antes había un discurso médico y patologizante hacia ellas y ahora poco a poco gracias a la lucha de las personas trans ya no hay que bajarse los pantalones para demostrar que eres hombre o mujer. Eso lo hace tu identidad, tu cerebro, no tus genitales”, cuenta.

En ese sentido, le llama la atención sobre el escaso porcentaje de personas que desean la intervención quirúrgica (un 15 % en mujeres y un 3 % en los hombres trans, según el último estudio de la Universidad de Málaga, que data de 2012), aunque deja claro que esa minoría es “muy legítima” pues “cada uno tiene su proceso”.

Cambrollé apunta que pese a la “transfobia” que aún existe, también observa con satisfacción que “las generaciones jóvenes aman más su cuerpo y saben que no son más hombres o más mujeres por tener unos genitales u otros”, defiende.