La fotógrafa onubense, María Clauss.EFE/Julián Pérez

Un proyecto fotográfico vuelve a resucitar a “El hombre que nunca existió”

Sevilla, 12 ago (EFE).- “El hombre que nunca existió”, como se conoce en libros y documentales al cebo con que los británicos hicieron creer a los alemanes en 1943 que el desembarco de Sicilia sería en Grecia, protagoniza ahora un proyecto fotográfico de la onubense María Clauss, cuyo abuelo, como cónsul alemán en Huelva, fue pieza clave en esa peripecia que contribuyó al fin de la Segunda Guerra Mundial.

“¿Fue mi abuelo un espía?” es el título de este proyecto fotográfico “en marcha” que María Clauss comenzó hace tres años sobre una historia cuyo principal protagonista, William Martin, aunque esté enterrado en el cementerio de Huelva, nunca existió, sino que fue un nombre inventado con el que se bautizó un cadáver anónimo que, para engañar a la inteligencia militar alemana, se abandonó desde un submarino en aguas de Huelva portando documentación aliada sobre un inminente desembarco en Grecia.

María Clauss ha explicado a Efe que ella vive en la casa de su abuelo, Luis Clauss, comerciante y exportador que durante la Segunda Guerra Mundial ejerció como cónsul alemán en Huelva, un hogar que conserva objetos personales antiguos y un hatillo de cartas que Luis Clauss envió a su madre, María Clauss.

CONFINAMIENTO

Esas cartas las escribió el abuelo de la fotógrafa onubense entre 1945 y 1948 desde Caldas de Malavella (Gerona), donde fue sometido a un confinamiento, junto a otros 104 supuestos espías alemanes que fueron señalados por los británicos por haber actuado desde España contra sus intereses.

De los 104 confinados acusados de espionaje, sólo dos no fueron trasladados a Alemania para ser interrogados o juzgados, y uno de ellos fue Luis Clauss, quien sin embargo tuvo que estar tres años -el más largo periodo- confinado, una experiencia que, según la correspondencia que mantuvo con su madre, le resultó incluso más humillante que su cautiverio en Siberia tras ser capturado como prisionero de guerra alemán en la Primera Guerra Mundial.

María Clauss aún tiene pendiente recorrer con su cámara fotográfica los lugares de aquel confinamiento en la provincia de Gerona, como ya ha hecho, en un viaje a Reino Unido en 2018, con los escenarios de la biografía que la Inteligencia británica le fabricó a William Martin.

Para engañar a los alemanes, los bolsillos del uniforme de oficial británico de William Martin llevaban varios recibos, de una tienda londinense en la que habría comprado un par de camisas, de un crédito bancario, un par de entradas de un teatro al que habría asistido con su novia… escenarios que María Clauss ha recorrido y fotografiado -la camisería resultó ser proveedora de la Familia Real inglesa y la fotógrafa logró colarse en su exclusivo probador y fotografiarlo-.

AZARES DEL DESTINO

Gracias a una beca de la Fundación Atlantic Copper, también recorrió durante el mismo año el centro de la que fue la inteligencia alemana, denominado “Zolssen”, ubicado al sur de Berlín y adonde fue a parar la documentación que portaba William Martin, la casa familiar de los Clauss en Leipzig y los escenarios en los que transcurrió la infancia y juventud de su abuelo Luis y de su tío-abuelo Adolfo, hermano pequeño de Luis, ya que aunque ambos nacieron en Huelva fueron enviados a estudiar a exclusivos internados germanos.

María Clauss ha dicho a Efe que su tío-abuelo Adolfo sí actuó -y así lo han constatado los historiadores españoles que han investigado la historia de William Martin- en acciones de espionaje sobre barcos británicos que recalaban en el puerto de Huelva, alguno de los cuales se hundía después de abandonar el puerto, puede que por las cargas explosivas que adherían a su cascos comandos alemanes que se desplazaban desde Sevilla.

Por paradojas del destino, señala la fotógrafa sin poder aguantar la risa, Adolfo Clauss terminó trabajando en la construcción de la base naval de Estados Unidos en Rota (Cádiz).

UNA TUMBA CON FLORES

Según María Clauss, que ya ha hecho dos exposiciones de su obra, que muestra sus fotos en su web y que aspira a concluir el proyecto con un libro de fotos, en la casa familiar de Huelva de su abuelo Luis y de su tío-abuelo Adolfo era normal que, durante la Segunda Guerra Mundial, se recibiera información de los barcos británicos que llegaban al puerto de Huelva y de la carga que portaban, lo cual, diligentemente, era comunicado a las autoridades germanas.

El cadáver del supuesto William Martin fue hallado el 30 de abril de 1943 por un pescador de Punta Umbría, el primero que lo vio tocar tierra fue un niño que ya murió después de alcanzar la vejez y, en su afán de documentar toda la historia con imágenes, María Clauss también ha captado documentación personal de Isabel Naylor, la ciudadana británica residente en Huelva que se hizo acreedora de la Medalla al Mérito Civil del Imperio Británico por llevar flores a la tumba de William Martin durante 69 años.

Isabel Naylor también murió. Pero su hija sigue depositando flores sobre la lápida del cementerio de Huelva que dice “William Martin”, aunque es bastante posible que nunca se sepa a quién pertenecieron los restos mortales que cobija, si es que cobija algunos. Alfredo Valenzuela