La obra "La Virgen del pez", del maestro Rafael, regresa desde El Prado de Madrid a Nápoles casi 400 años después de su creación para la exposición "Los españoles en Nápoles - El Renacimiento meridional", en el Museo de Capodimonte. EFE/Gonzalo Sánchez

“La Virgen del pez” de Rafael revive el pasado español de Nápoles

Gonzalo Sánchez

Nápoles (Italia) (EFE).- A inicios del siglo XVI Nápoles perdía su independencia para integrarse en la Corona de España. Sin embargo, tras la guerra, se convirtió en una próspera ágora a la que muchos artistas hispanos peregrinaron para empaparse de Renacimiento y de obras maestras como “La Virgen del pez” de Rafael, que regresa hoy a los muros del Museo Capodimonte, cuatrocientos años después.

“Se trata de una gran operación identitaria que exalta nuestras raíces históricas”, celebró el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, en la presentación de la exposición “Los españoles en Nápoles-El Renacimiento meridional”, ante el embajador español en Italia, Miguel Ángel Fernández-Palacio, y el director de El Prado de Madrid, Miguel Falomir Faus, entre otras autoridades.

Un pasado común

Las palabras “vínculo” o “raíces” se repitieron constantemente en el acto ya que Nápoles es la ciudad “más española” de Italia tras un dominio que se prolongó durante más de dos siglos (un legado del que de hecho los napolitanos presumen todavía).

Precisamente la muestra del Museo y Real Bosco de Capodimonte, en colaboración con la institución madrileña, ensalza ese vínculo con Italia de los grandes pintores y escultores españoles que viajaron a esta ciudad del Mediterráneo en busca de inspiración.

Y entre estos destacan los “Águilas del Renacimiento” español: Pedro Machuca, Alonso Berruguete, Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez, que perfeccionaron sus técnicas apasionados por los avances de grandes genios como Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel o Rafael.

La obra "La Virgen del pez", del maestro Rafael, regresa desde El Prado de Madrid a Nápoles casi 400 años después de su creación para la exposición "Los españoles en Nápoles - El Renacimiento meridional".
La obra “La Virgen del pez”, del maestro Rafael, regresa desde El Prado de Madrid a Nápoles casi 400 años después de su creación para la exposición “Los españoles en Nápoles – El Renacimiento meridional”. EFE/Gonzalo Sánchez

Tambores de guerra

En esta consagración del Renacimiento italiano, Nápoles, una antiquísima villa enclavada entre el Mediterráneo y un volcán, jugó un rol importante por su pertenencia a España, debido a su pasado en la Corona de Aragón.

Sin embargo, para que esto ocurriera, primero tuvo que resolverse una larga pugna entre los Reyes Católicos y la Francia de Carlos VIII, que se disputaban este importante puerto.

Tras años de guerras, las tropas españolas, dirigidas por el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, conquistaron la plaza y permitieron a Fernando El Católico desfilar su triunfo en 1506.

La presencia española se prolongaría hasta el siglo XVIII, pero enseguida alumbró un periodo de tres décadas de gran efervescencia artística y creativa, como puente entre ambas orillas mediterráneas.

Como preludio de esta particularidad, la obra que recibe al visitante es la “Adoración de los Magos” que el pintor Marco Cardisio realizó en torno al 1520 y en la que puede verse al monarca Católico y a su nieto y futuro emperador Carlos en Belén.

La Virgen del pez

Por entonces, una de las obras más queridas en la ciudad era “La Virgen del pez” (1512), la única tela que Rafael pintó para una parroquia napolitana y que marcó de forma indeleble la dimensión creativa y técnica de los artistas partenopeos.

En el lienzo, la Virgen sostiene al Niño en su regazo acompañada por un San Jerónimo que lee la Biblia que tradujo al latín y por el arcángel Gabriel y Tobías, que tiene en su mano un pez que -con permiso de las Escrituras- evoca a este lugar de pescadores.

El maestro Rafael la realizó para la capilla de Santa Rosalía del Monasterio de San Doménico en Nápoles, y se conservan bocetos preparatorios en Los Uffizi de Florencia, pero en 1645 fue comprada por Felipe IV y enviada a El Escorial español, para finalmente acabar custodiada, hasta nuestros días, en el Museo del Prado.

Ahora el cuadro vuelve a Nápoles para exhibir el color y la belleza de sus trazos. “Es una obra maestra única que los napolitanos volverán a admirar en los próximos tres meses”, celebró el embajador español en el estreno de la muestra el pasado lunes, abierta hasta el 25 de junio.

¿Dominación o integración?

En el acto, el gobernador de la región de Campania, Vincenzo De Luca, subrayó que esta colección “confirma el vínculo profundo entre Nápoles, Italia y España” adentrándose en aquellos años de “dominación” hispánica.

“Nápoles ha conocido muchos periodos de dominación extranjera pero en todas las temporadas de su historia, aún siendo dominada, produjo arte y cultura”, indicó el presidente regional.

Posteriormente, el ministro tomó la palabra para matizar estas palabras, sin referirse explícitamente a De Luca.

“No uso el término dominación sino integración porque quienes estudiaron las instituciones jurídicas de aquel tiempo saben el peso de Nápoles en la monarquía española. Más que dominación fue una integración, casi una monarquía con una doble cabeza, en Madrid y Nápoles”, puntualizó.

En cualquier caso, la relación entre los artistas italianos y españoles quedó entrelazada para siempre.

De ello da fe una frase de Miguel Ángel: “Afirmo que ninguna nación ni gente, salvo uno o dos españoles, puede adoptar e imitar perfectamente la forma de pintar italiana, que es la de la antigua Grecia”.