María Pérez | Málaga (EFE).- Comenzó tocando una guitarra que ganó su padre en la tómbola y se ha convertido en uno de los artistas españoles con mayor proyección internacional: es el guitarrista y compositor malagueño Daniel Casares, que asegura que el flamenco se ha convertido en su “vida”, en el lugar donde se siente “libre” a nivel “emocional e imaginativo”.
Casares (Estepona, 1980) descubrió a Paco de Lucía siendo un niño, gracias al disco “Fuente y caudal”, que su padre escuchaba una y otra vez. Ese compás flamenco le “volvió loco” y ya nunca se ha podido separar de él, explica en una entrevista con EFE.
“Mientras que todos los niños querían ser Maradona o una estrella de rock, yo quería ser Paco de Lucía“, afirma el artista, que a lo largo de su carrera ha sido galardonado con el Premio Revelación Musical de la Asociación de Cronistas de Espectáculos (Nueva York, 2005), el Premio Nacional de Crítica Flamenca Miguel Acal (2005) y el Premio Nacional de Guitarra ‘Bordón Minero’ (Murcia, 1997).
Formación autodidacta
Con esa primera guitarra de feria comenzó a tocar de forma autodidacta con apenas seis años: “Sacaba de oído los acordes de las canciones que escuchaba de los discos de mis hermanos o, a lo mejor, algo de Paco de Lucía”.

“Hasta dormía con la guitarra. Siempre tuve muy claro que esto era a lo que me quería dedicar el resto de mi vida”, confiesa Casares, que siendo adolescente comenzó ya a desarrollarse profesionalmente como guitarrista flamenco.
Aunque este estilo ha sido el eje de su carrera, Casares ha colaborado con artistas de otros géneros musicales, como es el caso de Cuca Roseta, cantante portuguesa de fado con la que acaba de publicar el álbum “Rayana”.
“El título del disco explica el concepto. No es una mezcla rara de fado y flamenco, más bien se trata de buscar ese punto de encuentro para la fusión que tienen ambas músicas”, aclara Casares.
Fado y flamenco
Para el artista, el fado y el flamenco tienen “connotaciones muy parecidas”, pues “en sus orígenes” comparten “el mensaje, la profundidad y la pena”.
Este disco presenta “un formato diferente, sólo de guitarra y voz y nada más”, añade Casares sobre “Rayana”, que asegura “no está tan producido como los discos de hoy en día”, lo que hace de él algo “íntimo” y “muy musical”.

“Es como un poquito de agua en el desierto”, expresa el guitarrista, que asegura que tanto Cuca Roseta como él han seguido “una línea de producción elegante y tranquila, sin muchos fuegos artificiales”.
El álbum se compone de la mezcla de versiones de canciones tan reconocidas como “La, la, la” de Massiel o “El Lerele” de Lola Flores, y de temas propios como “Piedra La Paloma” o “Grito”, para los que ambos artistas han trabajado de forma conjunta en su creación.
Dos discos este año
“Rayana” no será la única publicación de Casares este 2023. Tres años después de su último disco en solitario, el guitarrista regresará en octubre con un nuevo álbum para el que adelanta el título: “El poder de lo sutil”.
“He seguido la misma línea de producción que con ‘Rayana’, me he limitado a componer sin preocuparme por qué palo flamenco seguir”, precisa Casares sobre su nuevo proyecto.
Un disco más experimental que anteriores trabajos del guitarrista, que no se ha impuesto “márgenes” o “estructuras” desde las que componer, sino que ha creado “música que puede estar dentro de una rítmica flamenca pero que nada tiene que ver”.
Este nuevo álbum sonará en conciertos por varias ciudades españolas, pero también en países como Rusia, Macedonia, Colombia o Venezuela en su gira de presentación.
Madurez artística
“El poder de lo sutil” cuenta con colaboraciones como las de la cantaora Felipa del Moreno, Miguel Poveda o Christian Nieves, que hacen sentirse a Casares “muy afortunado por tener tan grandes amigos” con los que poder trabajar.
A sus 43 años, Casares asocia la “tranquilidad” a su evolución como guitarrista: “Me preocupo más por contar y mostrar que por demostrar. Los instrumentistas y, sobre todo, los guitarristas, cometemos el error de, a veces, sólo demostrar”.
Madurar artísticamente, según el guitarrista, pasa por “pararte, respirar y dejarle hueco a otras cosas por las que al principio no te preocupabas, como el silencio, que es un elemento fundamental en la música”.