Fotografía de varias botellas de viche, una bebida ancestral del pacífico colombiano durante el Festival de música del Pacífico Petronio Álvarez, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán

El viche, la bebida de la resistencia cultural afro en el Pacífico colombiano

Por Mario Baos |

Cali (Colombia) (EFE).- Cuando alguien se toma una copa de viche, bebida artesanal del Pacífico colombiano producto del destilado de la caña de azúcar, puede sentir que por su garganta baja un licor fuerte, no solo por sus más de 30 grados de alcohol, sino también por su historia.

La bebida fue la protagonista del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez que se realizó en Cali, suroeste de Colombia, una fiesta musical que a su vez reúne a más de 100 fabricantes de viche de los departamentos del Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Chocó.

Limer Castillo, vocera de bebidas ‘Afropacífica’, afirma a EFE que en cada botella hay un proceso que ha pasado por generaciones y que nació en la época de la esclavitud.

Una mujer sirve una copa de viche, una bebida ancestral del pacífico colombiano, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán

“El viche es la sangre de nuestros pueblos. Nuestros antepasados tomaban una copita antes de irse a pescar para tener fuerza en las faenas, y cuando llegaban se tomaban otra después de bañarse para descansar tranquilos”, afirma Castillo.

Los “vicheros” tienen sus propios cultivos de caña de azúcar a las orillas de los ríos, el mar o en el espeso bosque y la cortan cuando aún está verde para sacar el jugo llamado guarapo.

“El jugo se sacaba de trapiches artesanales que los llamábamos ‘mata cuatro’, porque se necesitaban a varias personas para exprimir la caña. Hoy en día los trapiches son con motores y eso ayuda mucho”, precisa Limer.

Una tradición que persiste

Emilia Riascos, portadora de la tradición vichera, asegura que esta bebida está lejos de morir, pues eventos como el Petronio permiten reivindicar su cultura.

“La tradición estuvo quieta y se veía solo en los territorios por la irrupción de la globalización. La gente miraba raro a nuestras bebidas, pero con el Petronio ese discurso se deconstruyó y hoy tenemos un empoderamiento hasta político de nuestro licor”, cuenta Riascos a EFE.

Fotografía de varias botellas de viche, una bebida ancestral del pacífico colombiano, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán

La base del viche ha permitido que nuevas bebidas nazcan, muchas de ellas con hierbas y diversos ingredientes considerados afrodisíacos como el condimento pipilongo o la fruta chontaduro, con nombres curiosos como el “tumbacatre”, “caigamos juntos”, “quiebra gallo”, entre otros.

“Hay una llamada ‘Tomaseca’, que les encanta a las mujeres; o el ‘curao’, que beben mucho los hombres para ir a trabajar. Hoy tenemos nuevas transformaciones del viche como las cremas de maracuyá, de naidí, de chontaduro o de coco”, puntualiza Limer.

El viche, bebida de mil batallas

Además de ser una bebida nacida en medio de los duros azotes de la esclavitud, el viche ha tenido procesos legales que no terminan. Grandes industrias piden su regulación, el pago de impuestos o la certificación sanitaria.

No obstante, desde el año 2021 se impulsa la Ley 2158 conocida como la “Ley del Viche” que protege a los territorios donde se fabrica la bebida.

Además, el ministro de Cultura, Juan David Correa, afirma que se promoverá que la ley beneficie “primordialmente a los sabedores y sabedoras, y evitar la apropiación cultural por parte de agentes externos a las comunidades del litoral Pacífico colombiano”.

Fotografía de varias botellas de viche, una bebida ancestral del pacífico colombiano, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán

Para esto arrancaron comités de los que hace parte la vicepresidenta, Francia Márquez, junto a representantes del Ministerio de Salud, la Federación de Departamentos, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, además del INVIMA.

“Si el viche muere se acaba la ‘gasolina’ de las comunidades del Pacífico y todas nuestras tradiciones mueren con ella. Aquí seguiremos haciendo las cosas de manera artesanal, sin presiones y respetando a nuestros ancestros. ¡Salud!”, concluye Castillo.