La bailaora María Pagés ha ofrecido esta noche en Pamplona un viaje a las emociones de aquellos europeos que siglos atrás abandonaron la comodidad de sus casas para descubrir las maravillas de Oriente. EFE/ Jesús Diges

Viaje de cinco sentidos a la esencia de Oriente junto a María Pagés

Leticia de las Heras Rojo

Pamplona (EFE).- La bailaora María Pagés ha ofrecido esta noche en Pamplona un viaje a las emociones de aquellos europeos que siglos atrás abandonaron la comodidad de sus casas para descubrir las maravillas de Oriente, un trayecto con los cinco sentidos y con un escenario poco habitual como son los pasillos y salas del Museo Universidad de Navarra (MUN)

Se ha tratado del estreno absoluto de ‘Tierra Prometida’, una intervención escénica creada ex profeso por María Pagés Compañía, con la bailaora y el coreógrafo El Arbi El Harti al frente, para interactuar con la exposición homónima del MUN que se centra en el desarrollo de la fotografía en Oriente así como su impacto en el desarrollo y evolución de la imagen.

Le ha podido acompañar un público muy limitado de 60 personas que de pie han recorrido junto a ella las salas y pasillos siguiéndola y rodeándola a escasa distancia siendo partícipes en primera persona de esta experiencia.

A través de esta propuesta Pagés ha roto con lo estático de las imágenes expuestas convirtiéndose en pura emoción en un viaje que ha comenzado descalza, con el pelo trenzado, un vestido rojo cubierto por un velo como si de una dolorosa se tratase descubriendo el mundo que se mostraba a su alrededor.

Poco tiene que ver esa María Pagés con quien ha puesto el punto y final, una mujer despeinada, cubierta de sudor y sin aire pero con una sonrisa, dando palmas, jaleando y arropada por un público que bebía un té servido por un experto tetero marroquí mientras comía dulces típicos de esta tierra.

El gusto de la gastronomía marroquí, el oído con la música, la vista con la imagen en movimiento de la bailaora, el olor de la madera de sándalo que ha rodeado su camino y también el tacto de María Pagés bailando y abrazando a su público, un recorrido por los cinco sentidos para impregnarse de emociones.

En este estreno de lujo Pagés ha estado acompañada por un elenco de primera categoría como son las cantaoras Cristina Pedrosa y Ana Ramón, Rubén Lebaniegos a la guitarra, David Moñiz al violín, Sergio Menem al violonchelo y José María Uriarte a la percusión.

Como viene siendo habitual en las propuestas de Pagés la luz ha jugado también un papel muy relevante con escasez lumínica y muy centrada y con tonos cálidos en los puntos de interés durante los momentos más solemnes.

Igualmente ha jugado un papel muy relevante el espacio arquitectónico del museo marcado por las líneas rectas, el suelo que como un espejo formaba reflejos de la bailaora y paredes blancas en los pasillos pero rojo intenso en las salas expositivas acompañando la intensidad de su vestido.

No ha sido ella quien ha abierto este espectáculo sino la voz de Cristina Pedrosa rompiendo el silencio del atrio del museo entonando con toque flamenco un poema de las mil y una noches cantado en árabe y aludiendo a la llamada que más tarde trasladaría a Pagés a lo largo de diferentes salas expositivas del museo.

Una llamada distinta en cada momento con elementos evocando la cultura árabe pero también la cristiana y el corazón de la propia bailaora que, primero ella con golpes en su pecho y más tarde marcados por la caja le han servido de telón mientras se ponía los zapatos dispuesta a cambiar el tono solemne mantenido en la primera parte de la intervención.

Calzada y con un espacio mucho más luminoso ha empezado a sonar la bulería y Pagés ha sacado a bailar a su público, poco a poco, animando cada vez más el ambiente y haciendo partícipes a todos los asistentes de la fiesta con la que ha dado fin al que ha sido el primero de los dos únicos pases programados, el segundo de ellos este sábado.