El actor Juanjo Artero durante una representación de la obra 'Asesinato en el Orient Express'.

Juanjo Artero, premio Duende Zahorí en Torrelavega: «El teatro es un alimento necesario»


Torrelavega (EFE).- El actor Juanjo Artero regresa a los escenarios de Torrelavega a mediados de enero como flamante ganador del premio Duende Zahorí a una trayectoria artística en el teatro, que considera «un alimento necesario para construir comunidad y pensamiento crítico».

Es un galardón que el artista (Madrid, 1965) recibe como «una alegría muy grande» y casi como un premio a toda una trayectoria construida a lo largo de décadas entre el teatro, la televisión y el cine, que comenzó con ‘Verano Azul’ y que ha dado series tan populares como ‘El comisario’ o ‘El barco’.

Artero dice que ni esperaba el premio ni siquiera imaginaba estar entre los nominados.

Por eso adquiere para él un valor especial, de manera que lo interpreta como el resultado del cariño del público después de décadas en la escena.

Su vínculo con Torrelavega no es nuevo, ya que su actuación prevista para el 17 de enero con la obra ‘Asesinato en el Orient Express’ es la tercera participación en el Festival de Invierno.

En este festival se ha encontrado «con un público generoso, pero también experto, capaz de acompañar y de exigir».

En esta tercera visita al escenario del Teatro Concha Espina propone al público la adaptación teatral del célebre texto de Agatha Christie, convertido en un montaje ambicioso sobre la base del suspense clásico pero con una puesta en escena de gran complejidad.

Para Artero, su reto en la obra es encarnar a un personaje como Hercule Poirot, con el añadido de trabajar junto a otros nueve actores para sostener una historia coral que se apoya en el misterio y cuyo atractivo es ver cómo en el teatro es posible resolver una escenografía que en cine parecería más sencilla.

El tren, un personaje más


El montaje, explica, tiene una de sus grandes virtudes en el propio tren, convertido en un personaje más, ya que la acción se desarrolla en distintos espacios, como vagones, pasillos, coche restaurante, o dormitorios, y todo se transforma ante los ojos del espectador para desarrollar la acción.

El humo en la estación, el sonido del ferrocarril, los cambios de escenario casi coreografiados y el cuidado vestuario de época construyen, a su juicio, una atmósfera que dota a la función de dinamismo y magia.

El actor Juanjo Artero (i) junto a un compañero de reparto durante una representación de la obra ‘Asesinato en el Orient Express’ . EFE/Saga Producciones

En ‘Asesinato en el Orient Express’ se narra de historia de un tren aislado por una tormenta en medio de su trayecto, y donde la mañana siguiente, uno de los pasajeros aparece asesinado, momento en el que Poirot se debe enfrentar a una de los casos más desafiantes de su carrera.

Para Artero, el teatro sigue ocupando un lugar central en su vida pues, aunque trabaja de forma habitual en televisión y cine, el escenario ofrece algo irrepetible como es la relación directa entre actor, director y público.

A su juicio, ese aquí y ahora de las tablas define una forma de vida, de manera que el teatro no es sólo un trabajo, “es una manera de estar en el mundo, una pasión que se renueva cada noche con la respuesta de la sala”, asegura.

El paso del tiempo, una oportunidad

La experiencia y la edad han modificado también su forma de afrontar los personajes, pues lejos de verlo como una limitación, Artero entiende el paso del tiempo como una oportunidad, ya que el cuerpo, la voz y la mirada se transforman, y con ello llegan nuevos papeles.


Atrás quedan los personajes jóvenes a los que Artero había acostumbrado a su público, y ahora llegan figuras como Poirot o grandes roles clásicos que, afirma, le permiten explorar otros registros.


De ahí que, en su caso, envejecer, se haya convertido en una herramienta más del oficio.


Esa mirada experimentada le permite enjuiciar la actual situación del teatro, donde tras la pandemia se programan menos funciones, giras más cortas, presupuestos ajustados y una sensación generalizada de retroceso.

Los festivales, motores culturales


En ese contexto, considera que los festivales como el de Torrelavega adquieren una importancia decisiva y por eso el actor defiende su papel como «motores culturales» y como «espacios de resistencia», tanto para las compañías como para las ciudades y sus habitantes.

Cuando se le pregunta por los jóvenes que sueñan con dedicarse a la interpretación, afirma que no abandonen pese a ser una profesión llena de incertidumbres, porque también ofrece otros caminos posibles alternativos al oficio de actor como puede ser la escritura, la dirección o la escenografía.

Mientras tanto, Juanjo Artero continúa subido al tren del Orient Express, sumando funciones y encuentros con el público, y considera que el premio en Torrelavega es una estación más en una trayectoria que lo llevó a empezar siendo muy joven y que hoy, con más experiencia, sigue marcando el ritmo de su carrera.