Una votante ejerce su derecho al voto en un colegio electoral de Valladolid. EFE/Nacho Gallego

Ley d’Hont: ¿Qué es y cómo funciona?

Rafa González |

Madrid (EFE).- Todos hemos oído hablar de la conocida como ley d’Hondt, el método electoral que se utiliza en España para repartir los escaños o concejales entre las candidaturas de forma proporcional al número de votos obtenidos. Pero, ¿sabemos realmente cómo funciona?

A continuación, te explicamos todas las claves de la fórmula electoral que se utiliza en España:

¿Qué es y para qué sirve la ley d’Hont?

Se trata de una compleja fórmula matemática que reparte los escaños dentro de una circunscripción, ideada a finales del siglo XIX por el jurista belga Victor D’Hondt, y que también usan países como Argentina, Francia o Finlandia.

Una persona elige su papeleta electoral.
Una persona elige su papeleta electoral. EFE /Carlos Barba/Archivo

Esta norma entra en juego cuando las candidaturas políticas obtienen un porcentaje mínimo de votos del 3 %, el umbral que establece la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), en su artículo 163.

Es entonces cuando se inicia el reparto de escaños.

¿Cómo se reparten los escaños?

Tras las votaciones en las elecciones generales, los 350 escaños del Congreso de los Diputados en España se repartirán de forma proporcional mediante la aplicación de esta ley.

Cada una de las 50 provincias representa una circunscripción y tiene asignados un mínimo de dos diputados, menos Ceuta y Melilla, que tienen solo uno.

Después, las circunscripciones van sumando escaños proporcionalmente a su población, hasta completar los 248 asientos restantes.

Se divide el número total de votos obtenidos por cada partido entre el número de escaños que se reparten en la provincia, es decir, la cantidad total de votos de cada formación se divide por 2, por 3, por 4, por 5… y así hasta llegar al número de escaños.

Una vez hecha esta división se otorgan los escaños a los cocientes mayores según un orden decreciente.

Un sistema, ¿proporcional?

El modelo que establece la ley d’Hont es teóricamente proporcional, pero se aplica con una circunscripción provincial que genera incluso efectos adversos.

Beneficia a las grandes mayorías y castiga a los partidos pequeños de ámbito nacional, al tiempo que premia a los nacionalistas y a los partidos de ámbito más local.

Así, mientras que para obtener escaño por Soria hacen falta menos de 20.000 votos, para sacar ese mismo diputado por Madrid hay que reunir casi 100.000.

Por tanto, se puede dar el caso de que partidos con más de 200.000 votos en el total nacional pueden quedarse fuera del Congreso y otros con los mismos apoyos concentrados en pocas provincias pueden llegar a obtener grupo parlamentario.

Un hombre se dispone a votar en el municipio de Tajuya (La Palma).
Un hombre se dispone a votar en el municipio de Tajuya (La Palma). EFE/ Luis G. Morera/ Archivo

Las circunscripciones con menos diputados en el Congreso -las que eligen solo dos, tres o cuatro diputados- se convierten en un granero de escaños para los dos grandes partidos de ámbito nacional -PSOE y PP- y resultan más difíciles para la tercera fuerza y casi imposible para la cuarta.

Así, en las pasadas elecciones generales -las del 10 de noviembre de 2019- socialistas y populares obtuvieron en torno a la cuarta parte de sus diputados en esas circunscripciones.

En concreto, el PSOE, partido más votado en aquellos comicios, obtuvo en esas circunscripciones 28 de sus 120 escaños, más del 23 %, una proporción que se eleva a cerca del 26 % si no se incluyen los 12 del PSC; y el PP, entonces segunda fuerza política, 24 de sus 89 diputados, casi el 27 % de sus asientos en el Congreso.

Sin embargo, la tercera formación de ámbito nacional en votos, Vox consiguió poco más del 18 % de sus representantes en la cámara -nueve de 52-; la cuarta, Podemos-IU, solo sumó en estas provincias uno de sus 35 parlamentarios, menos del 3 %; y la quinta, Ciudadanos, no logró en esas 21 circunscripciones ni uno solo de sus diez escaños.

Otro caso ilustrativo fue el de las elecciones generales de 1996: el PP logró entonces la victoria por apenas un punto porcentual y 300.000 votos sobre el PSOE, que sin embargo se tradujo en una diferencia de 156 frente a 141 escaños. CiU, con el 4,6 % de los votos, sumó 16 escaños que fueron decisivos para que los populares apuntalaran su mayoría.

Sin embargo IU, que consiguió más del 10 % de los sufragios, tuvo que conformarse con 21 escaños, lejos de los 36 que le hubiera dado un reparto proporcional con circunscripción única y que le habrían otorgado la llave del Gobierno.

¿Qué dicen los expertos?

Expertos defienden que para conseguir un sistema electoral más justo y proporcional sería necesario sustituir la circunscripción provincial por otra autonómica o por una circunscripción única.

Ese cambio precisaría de una reforma de la Constitución, aunque hay otras modificaciones viables sin una reforma constitucional, que sólo necesitarían retocar la Ley Orgánica del Régimen Electoral General.

En esa línea, por ejemplo, iban las recomendaciones del informe que en 2009 hizo el Consejo de Estado por encargo del Gobierno: para mejorar la proporcionalidad del sistema electoral proponía aumentar los escaños en el Congreso de 350 a 400, reducir de dos a uno el mínimo de diputados que elige cada provincia y sustituir el sistema d’Hondt.

La profesora de Derecho Constitucional de la UNED María Acracia Núñez admite que el sistema no es perfecto pero es “menos malo” que otros como el proporcional directo, que se usa en Reino Unido, en el que sólo obtiene representación el que más votos tiene en cada circunscripción.

El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Barcelona Josep María Reniú entiende que este método fuera el elegido en su momento para garantizar gobiernos fuertes en la aún joven democracia española, pero ahora, insiste, no es el adecuado.