Dinero incautado en la reciente operación policial que ha permitido desmantelar uno de los focos más activos de venta de droga en el poblado de la Cañada Real. EFE/ Javier Lizon

Cae el clan de Los Saavedra, los reyes herederos de la droga en la Cañada Real (Madrid)

Madrid (EFE).- La Policía Nacional ha desmantelado el mayor punto de venta de droga en la Cañada Real, con más de 500 clientes diarios, y que estaba regentado por el clan familiar de Los Saavedra, herederos de otros como Los Kikos o Los Gordos, en una macrooperación que se ha saldado con 24 detenidos.

La investigación, denominada Andrómeda, la desarrolló el Grupo Operativo de Investigación Zonal (GOIZ) durante casi dos años por las fuertes medidas de seguridad que tomaba la organización, cuyo punto de venta, en el Sector VI del poblado, se encontraba “totalmente bunquerizado”, según ha explicado este miércoles el responsable de la investigación en la Jefatura Superior de Policía de Madrid.

Más de 200 agentes de diferentes unidades, entre ellas el Grupo Especial de Operaciones (GEO), participaron el pasado 23 de marzo en la fase de explotación de la operación, denominada Andrómeda, que consistió en tres registros simultáneos en el punto de venta del poblado y varios domicilios de las localidades de Morata de Tajuña y Alcalá de Henares.

Responsables policiales de la Jefatura Superior de Policía de Madrid dan cuenta de una reciente operación policial contra la droga en la Cañada Real de Madrid.
Responsables policiales de la Jefatura Superior de Policía de Madrid dan cuenta de una reciente operación policial contra la droga en la Cañada Real de Madrid. EFE/ Javier Lizón

Fueron intervenidos unos 11 kilos de diferentes sustancias estupefacientes -principalmente cocaína y heroína-, más de 125.000 euros en efectivo, 10 armas de fuego, casi 700 cartuchos de munición y 11 vehículos, algunos de ellos con “caletas” -espacios ocultos donde escondían droga, dinero y armas-.

Un incendio en el “búnker”

El punto de venta contaba con un “laberinto de puertas” blindadas que protegía el denominado “búnker”, el habitáculo donde se realizaba la venta de las sustancias estupefacientes.

Los agentes iniciaron el registro a las 06:00 de la madrugada y al entrar a la parcela se toparon con el “fumadero”, una estancia con sillones y sofás donde encontraron a una treintena de clientes consumiendo las dosis que habían adquirido en el punto de venta.

Armas incautadas en la reciente operación policial contra la venta droga en el poblado madrileño de la Cañada Real.
Armas incautadas en la reciente operación policial contra la venta droga en el poblado madrileño de la Cañada Real. EFE/ Javier Lizón

Tras superar el laberinto de puertas los policías alcanzaron el “búnker”, donde los vendedores ya habían tratado de deshacerse de las dosis y el dinero en efectivo arrojándolos a una estufa, algo que provocó un incendio en el habitáculo.

Eso obligó a los agentes a recoger de entre las cenizas pequeñas cantidades de droga y billetes calcinados con los que probar la implicación de los integrantes del clan en los delitos que se les imputan.

Los 24 detenidos -14 hombre y 10 mujeres- pasaron a disposición judicial como presuntos responsables de los delitos de pertenencia a organización criminal, tenencia ilícita de armas, depósito de armas y municiones y delito contra la salud pública. El juez decretó el ingreso en prisión de 11 de los arrestados, entre los que está la cúpula del clan.

Material incautado en la reciente operación policial que ha permitido desmantelar uno de los focos más activos de venta de droga en el poblado de la Cañada Real.
Material incautado en la reciente operación policial que ha permitido desmantelar uno de los focos más activos de venta de droga en el poblado de la Cañada Real. EFE/ Javier Lizón

“Se venden buenos porros”

La organización, según ha indicado el investigador, estaba “fuertemente jerarquizada” y presentaba una clara división de funciones entre sus componentes.

Los denominados “machacas” eran los encargados de la seguridad del recinto en la Cañada Real, donde otras personas suministraban puntualmente la droga que se vendía en el “búnker”.

En ese laberinto de puertas y pasillos creado para garantizar la seguridad del punto se podían leer numerosos carteles en los que se anunciaba la propia venta de sustancias estupefacientes: “Se venden buenos porros”