Madrid (EFE).- Los centros educativos de las zonas arrasadas por los virulentos incendios de este verano han salido indemnes de las llamas, pero allí padres y profesores van a tener que hacer un esfuerzo adicional para ayudar a los niños a procesar el nuevo paisaje que encontrarán de camino al cole.
Así, según trasladan las distintas consejerías a EFE, las clases empezarán esta semana como cualquier otro curso; en Castilla y León, por ejemplo, la Junta asegura no tener constancia de daños en inmuebles educativos, por lo que se iniciará con «plena normalidad» en sus localidades, principalmente de las provincias de León y Zamora.
No obstante, si alguna de las vías que comunican pequeños municipios sin centro educativo con otros mayores se hubiera visto finalmente afectada, darán la «máxima agilidad» a retomarla, según el portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo.
Los incendios tampoco han dañado las infraestructuras educativas gallegas, donde se retomará la actividad el 8 de septiembre.
En Extremadura, donde ya todos los fuegos están controlados y en vías de extinción, las llamas tampoco han incidido en los centros educativos y otros servicios básicos que comprometan la normalidad del inicio del nuevo curso escolar.

Y en Cantabria, los fuegos que entraron desde Castilla y León a mediados de agosto en la zona de Liébana tampoco tuvieron consecuencias en las infraestructuras escolares; lo mismo en Asturias, donde los incendios no llegaron a ningún núcleo de población, por lo que no condicionarán el arranque de las clases.
Cómo hablar a los niños tras una catástrofe
La vuelta al cole puede acarrear de por sí episodios de ansiedad, tristeza o irritabilidad en niños y adolescentes. De hecho, según advierte el grupo de salud TopDoctors, en septiembre y octubre, las consultas de Psicología y Psiquiatría infantil se disparan hasta un 25 % con respecto al resto del año.
Pero sucede que la población infantil es una de las más vulnerables a las catástrofes naturales, no sólo en cuanto a su salud física, sino también mental, pues tienen mayor riesgo de desarrollar un trastorno.
«Esto es porque tienen menos herramientas porque todavía no las han aprendido. Los niños normalmente están ‘como por estrenar’ en situaciones críticas porque la mayoría nunca se ha enfrentado a una tan difícil como ésta», explica a EFE Mónica Pereira, del grupo de Urgencias y Catástrofes del Colegio de Psicología de Madrid.
Los adultos como referencia
De modo que sus reacciones «van a depender mucho» de lo que vean en los mayores. «Los niños se fijan muchísimo en sus adultos de referencia para poder reaccionar», de ahí que los profesionales de la salud mental trabajen también con padres, abuelos y otros familiares para enseñarles cómo deben dirigirse a los niños.

Ante desastres como fue también la dana, organizaciones de infancia como Save the Children recomiendan respetar sus tiempos y necesidades para procesar sus emociones, escucharlos y permitirles hablar sin forzarlos.
Es importante adaptar el lenguaje según la edad, porque cada etapa necesita un enfoque distinto para comprender situaciones difíciles, incluir un toque de esperanza, aludiendo por ejemplo a la solidaridad entre personas o al trabajo de bomberos y médicos, y validar sus sentimientos y permitirles expresar cómo se sienten.
Desde Educo recuerdan que es muy probable que los niños hagan preguntas difíciles de contestar, pero lo que nunca debe responderse es «no pasa nada», pues eso negaría una realidad y podría invalidar sus emociones. Hay que evitar esconderles información pero también sobreexponerles a las noticias.
A los adolescentes, lo recomendable es, además de escucharles, hablar con ellos del cambio climático, fomentar que tengan opiniones propias y ayudarles a identificar, siempre, fuentes fiables de información.