Isabel Saco
Ginebra (EuroEFE).- Las fuertes divisiones entre los países que participan en la fase final de las negociaciones de la ONU para frenar la contaminación de plásticos hacen temer que estas concluyan en un sonoro fracaso, lo que sería un nuevo golpe duro tanto para el medioambiente y la salud humana, como para el sistema multilateral.
A solo dos días del plazo establecido para el fin de las negociaciones en Ginebra -que deben concluir este jueves 14- persisten «grandes divergencias entre las partes«, según el ministro de Medioambiente de Dinamarca, Magnus Heunick.
«Son negociaciones muy difíciles, más de lo que esperábamos«, declaró Heunick ante decenas de periodistas que cubren esta última ronda de negociaciones.
Heunick se mantuvo diplomático y no quiso lanzar reproches directos, a pesar de que los países que están bloqueando los avances están bien identificados y sus razones tienen que ver con la importancia que tiene la industria petroquímica en sus economías.
Distintos observadores de las negociaciones -quienes pueden asistir a las negociaciones, pero no tomar la palabra- dijeron a EFE que a última hora del lunes la delegación de Arabia Saudí intentó abrir un debate sobre el artículo dedicado a los compromisos de reducción de producción de plástico, justamente cuando las delegaciones de países pequeños y que apoyan un tratado fuerte estaban ausentes.
Según las fuentes, la Unión Europea (UE) amenazó con abandonar las negociaciones si se eliminaba ese artículo, sin el cual el acuerdo carecería de sentido.
El peso de la industria petroquímica
Las negociaciones sobre plásticos, en las que participan activamente 184 países, se iniciaron hace tres años y medio y debían haber concluido meses atrás, pero el plazo se incumplió y los países acordaron hacer un último intento en Ginebra.
El resultado está por el momento en el terreno de lo impredecible por el peso e influencia que ejercen los países que quieren un acuerdo que no les vincule legalmente, que no prohíba el uso de químicos (pese a la evidencia científica que existe sobre la toxicidad de una buena parte de estos), que no se limite la producción de plásticos y que hasta estarían satisfechos de un completo fracaso de estas negociaciones.
Entre estos están principalmente Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Rusia y Estados Unidos, varios de los cuales tienen capacidad para influir en las posiciones de varios otros países.
Por su parte, la UE comparte con un centenar de países una posición ambiciosa en estas negociaciones, de las que desean ver surgir un tratado fuerte, de aplicación global, con limitaciones claras a la producción de plástico y legalmente vinculante.
Con el mismo sentimiento comentó la situación la comisaria europea de medioambiente, Jessika Roswall, quien dijo que no se ha avanzado lo suficiente y pidió que no se pierda «esta oportunidad histórica».

¿Por consenso o por mayoría?
Roswall recalcó que la posición de la UE es a la vez ambiciosa y pragmática, y que busca un resultado por consenso, aunque para ello queda por «hacer un verdadero esfuerzo«.
Varias ONG han reclamado que el acuerdo se apruebe por mayoría tras una votación, pero los países productores de petróleo y potencias como China o India prefieren un tratado de consenso (con el «sí» de todos los países), lo que implicaría un texto con menos obligaciones y más concesiones a los países más contaminantes.
La presidencia del comité negociador publicó el sábado la situación actual del borrador, en el que cientos de líneas del texto continúan entre corchetes, lo que significa que no están cerradas ni consensuadas.
«Hay más corchetes en el texto que plástico en el mar. Es hora de obtener resultados», dijo Roswall este lunes, a través de un mensaje en redes sociales.
Lo que está en juego
Los países petroleros y productores de plástico están firmemente opuestos a los artículos 6 (limitaciones a la producción de plásticos) y 3 (listas de eventuales plásticos que quedarían prohibidos).
Ese bloqueo de posiciones hace temer que el tratado final tenga escasa potencia para reducir la contaminación por plásticos, que está afectando gravemente ecosistemas como los océanos y teniendo efectos perjudiciales en la salud animal y humana.
«Seguimos sin ver un texto claro que exponga de forma contundente y ambiciosa un tratado final sólido», lamentó la organización WWF.
El mercado del plástico se ha expandido de forma importante en las últimas dos décadas, con la demanda de polietileno y de polipropileno (fabricados a partir de derivados del petróleo) que se ha duplicado en los últimos veinte años.
En función del ritmo al cual aumenta el consumo de los tipos de productos de plásticos más comunes, se estima que la demanda se doblará en veinticinco años con respecto a la producción actual de 460 millones de toneladas al año.
En paralelo, se proyecta que los desechos de plástico se triplicarán para 2060, una situación que «resultará insostenible desde el punto de vista de gestión de desechos y tendrá efectos todavía más graves en el aire, el suelo, el agua y los alimentos«, afirmó en un evento al margen de las negociaciones las experta de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Megan Deeney.
Actualmente, el sector del plástico consume alrededor de un 11 % de la producción global de petróleo, pero la estrategia de los países petroleros es aumentar la parte que consume esta industria para compensar la reducción que se prevé en el mercado automotor por la transición hacia los vehículos eléctricos.


