Jonás Trueba y el abrazo al cine

José Carlos Rodríguez I

Santiago de Compostela (EFE).- El cineasta Jonás Trueba siente que con su última película, ‘Volveréis’, ha «cerrado un círculo» y ha generado una especie de «dibujo» que define su trayectoria, en la que el amor, el cine y el amor por el cine se mezclan con una naturalidad «costumbrista», mostrando las costuras y el sentir de una experiencia colectiva.

«Nunca traté de hacer películas sobre el cine, sino películas en las que se abrazara al cine, en las que vida y cine se mezclaran todo el rato y que eso se percibiera desde el primer minuto», declara Trueba (Madrid, 1981) en una entrevista con Efe.

En una edición en la que el Festival Cineuropa de Santiago tiene como ‘leitmotiv’ el amor, el cine y el público, no parece casual que se conceda el premio honorífico a un director que rueda sus películas con «transparencia», haciendo «cómplices» a los espectadores del amor entre individuos con la cámara «como un personaje más».

El cine como «una reunión entre amigos»

Trueba dice entender el cine como una «experiencia» y cada película «como una reunión entre amigos». Le interesa más «lo documental» y el retrato de la vida cotidiana que la construcción de una «ficción» escrita previamente en un guion.

«Siempre nos hemos planteado las películas en clave documental. Partimos de nosotros mismos, de nuestro propio contexto o realidad y luego, si acaso, vamos hilvanando una ficción», explica.

El realizador habla siempre en plural porque construye sus películas de manera colectiva, rodeado siempre del mismo equipo de actores y actrices -Vito Sanz, Francesco Carril e Itsaso Arana son habituales- y del mismo equipo técnico, con el que ha formado su particular familia.

«Tengo clarísimo que toda esta gente es la gran suerte de mi vida. Haber encontrado gente que me diera esa confianza y con la que he podido ir creando un lenguaje, un código», asegura.

El director reconoce que en muchas ocasiones se da cuenta de la película que quiere hacer mientras la está haciendo e incluso a veces cuando ya la ha finalizado. Nunca trabaja con ideas «preconcebidas», sino con una especie de «ganas, deseo y confianza» que surgen en el propio rodaje, al que resta importancia.

«No me gusta esa idea de rodaje como algo casi sagrado, donde hay una especie de apuro o ambición. Lo importante es el hecho de reunirnos en torno a una cámara y probar. Hacer la película como si estuviéramos en una cena, o preparando la cena juntos», asegura.

Cerrar el círculo con ‘Volveréis’

Quizá de ahí venga ese tono costumbrista, íntimo y cercano en películas como ‘Todas las canciones hablan de mí’ (2010), ‘Los ilusos’ (2013), ‘La reconquista (2016), ‘La virgen de agosto’ (2019) o ‘Volveréis’ (2024), que obtuvo el premio a mejor película europea en la Quincena de realizadores de Cannes el pasado año y con la que Trueba siente que cierra una etapa.

«Puede que ‘Volveréis’ cierre el círculo de una trayectoria que cuenta más o menos una historia, la mía y la de un grupo de amigos que son actores, que son técnicos y que me han acompañado desde la primera hasta la última. De alguna manera, estas películas que hemos hecho trazan un álbum de fotos a través de estos años y supongo que la gente ha visto que dialogan bien unas con otras», explica.

En todo caso, afirma estar «tranquilo», porque mejores o peores, nunca han buscado hacer «la película perfecta», sino «ir haciendo algunas» para también tratar de entenderse a sí mismos y qué significa hacer cine.

«Me gusta pensar que cada película ha sido un pequeño peldaño más, un ladrillito más de la casita que hemos ido construyendo, y es verdad que quizá ‘Volveréis’ tenía algo de tejado, termina de dibujar esa casita», reconoce.

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 20/11/2025.- El cineasta Jonás Trueba posa en una entrevista con EFE en Santiago de Compostela. con motivo del premio Cineuropa a su trayectoria cinematográfica. EFE/ Lavandeira Jr

Relevo generacional

Hijo del gran Fernando Trueba y de la productora Cristina Huete y sobrino del también cineasta David Trueba, Jonás convive con el cine desde que tiene uso de razón, por lo que intenta que la cámara «no sea un ser extraño», sino un elemento en el que confiar para sacar «lo mejor» de cada momento.

Si bien aprendió de su padre a hacer películas «con libertad y con la máxima independencia posible», es consciente de que él pertenece a otra generación, esa que comenzó a hacer películas tras la crisis de 2009, en un país «muy diferente» al de la España de los 80 en la que la cultura abría «un mundo de posibilidades».

«Nosotros hemos tenido que recuperar las energías y el ánimo para hacer cine en este país. Ahora vivimos un momento muy interesante, en el que ya se ve más ese relevo generacional», asegura Trueba, que con el tiempo ha descubierto que el cine puede hacerse «de maneras muy diferentes» y que la suya implica abrazar. EFE