Logroño mira este fin de semana a su pasado para impulsar cultura, memoria y encuentro a través del proyecto cultural Las Brujas de Zugarramurdi, un ejemplo de cómo esta ciudad utiliza su historia para "construir convivencia, pensamiento crítico y cultura". Así lo ha explicado este sábado EFE el presidente de la Asociación Histórico Cultural Guardias de Santiago, de Logroño, Chechu Ciarreta, con motivo de la celebración de esta iniciativa, que cumple su décima edición, y que llevan a escena más de 150 voluntarios de esta agrupación cultural. EFE/ Raquel Manzanares

Logroño se llena de cultura, memoria y encuentro en ‘Las Brujas de Zugarramurdi’

Pilar Mazo|
Logroño (EFE).- Logroño mira este fin de semana a su pasado para impulsar cultura, memoria y encuentro, a través del proyecto cultural »Las Brujas de Zugarramurdi’, un ejemplo de cómo esta ciudad utiliza su historia para «construir convivencia, pensamiento crítico y cultura».

Así lo ha explicado este sábado EFE el presidente de la Asociación Histórico Cultural Guardias de Santiago, de Logroño, Chechu Ciarreta, con motivo de la celebración de esta iniciativa, que cumple su décima edición, y que llevan a escena más de 150 voluntarios de esta agrupación cultural.

Escenificación teatral del Auto de Fe de 1610 en Logroño. EFE/Raquel Manzanares.

Uno de los actos centrales de estas jornadas se vive este sábado con el pasacalles ‘Camino al Akelarre’, la representación del Akelarre en el Parque del Ebro, la Procesión de la Cruz Verde y la escenificación teatral y con «rigor histórico» del Auto de Fe de 1610 en Logroño, ha relatado.

Fue un juicio de la Inquisición, celebrado los días 7 y 8 de noviembre de 1610, en el que 53 personas fueron juzgadas y once fueron condenadas a morir en la hoguera, acusadas de brujería, en su mayoría, procedentes de la zona navarra de Zugarramurdi y Urdax.

Alonso de Salazar y Frías, ha indicado, fue un inquisidor clave en este proceso, quien posteriormente jugó un papel importante al emitir un informe crítico sobre las acusaciones, y cuya figura se trata de ensalzar en esta representación teatral histórica, ya que sus investigaciones posteriores contribuyeron a que se redujeran los juicios por brujería en años posteriores.

Ha destacado el alcance de este Auto de Fe en un Logroño que apenas contaba con una población de unos 6.000 habitantes y que fu presenciado por unas 30.000 personas, según consta en las referencias históricas.

En proyecto de Interés Turístico Regional

Esta asociación cultural trabaja en que toda la evocación histórica que conforman ‘Las Brujas de Zugarramurdi’ pueda ser declarada de Interés Turístico Regional, ha informado.

Tratar de comprender actualmente los hechos que entonces ocurrieron constituye una obligación «científica, social y moral», ha indicado.

Ha recalcado la importancia que adquiere esta escenificación en la sociedad actual, en la que han adquirido auge «los bulos, las mentiras y las falsas acusaciones», que «no conducen a nada bueno» y que «generan sufrimiento en personas inocentes».

«Ahora que tanto se habla también de la memoria histórica», ha proseguido, evocar la memoria de aquel Auto de Fe, también trata de hacer ver a la sociedad que, con estos bulos y falsas acusaciones, incluso con el acoso escolar, se «están haciendo autos de fe».

Una de las novedades de esta décima edición es la ampliación del programa a centros educativos, centros de mayores y la Asociación de Personas con Discapacidad Igual a Ti.

Ciarreta ha destacado la respuesta habida en estos centros, como es el caso de los colegios, por parte del alumnado y profesorado, donde se ha trasladado que aquel Auto de Fe no dejó de ser un acoso y la importancia de ensalzar los valores, que aparten del acoso escolar y los prejuicios que «tanto daño pueden hacer».

Estas jornadas, que incluyen espectáculos familiares, teatro, música, magia y un mercado en el Paseo del Espolón de Logroño, congregan a numeroso público de La Rioja y regiones limítrofes, fundamentalmente de la zona de Navarra.

Concluyen este domingo con el homenaje en el Bosque de la Memoria, en el Parque del Ebro, de Logroño, donde once olmos recuerdan a las once víctimas ejecutadas en 1610.