Imagen de archivo de un convoy de camiones con ayuda humanitaria cerca del área de Donetsk (este de Ucrania). EFE/Luca Piergiovanni

Un año ayudando a Ucrania: del kilo de comida al ecógrafo

Sagrario Ortega |

Madrid (EFE).- Se va a cumplir un año de la guerra de Ucrania y la ayuda humanitaria sigue llegando, pero ya más “selectiva” porque las prioridades han cambiado. Ya no necesitan un kilo de comida o una prenda de abrigo, sino grupos electrógenos, ecógrafos, torniquetes, baterías, motosierras o, incluso, artículos de ortopedia.

Lo saben muy bien María, Pedro y Eduardo, tres “solidarios” que desde Torrelodones (Madrid) y “codo con codo” con la ONG con base en Ucrania I Can You Can están ayudando al pueblo ucraniano desde el principio del conflicto bélico.

Fue Pedro a quien en marzo, diez días después de que Rusia atacara a Ucrania, se le removió todo. Vio cómo la gente huía a la frontera y dormía en la calle a varios grados bajo cero. Pensó que tenía que hacer algo, relata a EFE.

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Ya está jubilado, pero por su trabajo tenía hasta 4.000 contactos en su móvil. A todos ellos les pidió colaboración y en su mayoría respondieron de forma positiva. Como lo hizo María, desde el principio en esta “misión”.

Pedro sabía que un amigo había comprado una furgoneta en una subasta de Correos y, con la colaboración del Ayuntamiento de Torrelodones, consiguieron recaudar dinero para adquirir lo que pedían desde Ucrania -sobre todo ropa técnica para los soldados y de invierno para los refugiados-, para después llevarlo hasta la frontera de Polonia.

Acogedores y acogidos

No querían volver “de vacío”. Los vehículos que habían transportado toneladas de ayuda retornaron con familias ucranianas -formadas por mujeres, niños y ancianos- que fueron acogidas por otras de Torrelodones y poblaciones cercanas.

Hasta un total de 40 ucranianos fueron acogidos, pero ninguno llegó a España sin haber buscado antes a sus “acogedores”.
Prácticamente todos han vuelto a su país. Y es que a medida que Ucrania iba recuperando territorio, los deseos de volver a casa se acrecentaban.

El periplo del “Pegasín”

Eduardo también está jubilado. Es licenciado en Educación Física y su promoción ha respondido a su llamamiento a la solidaridad con Ucrania desde que en diciembre, tras la comida de Navidad con amigos, decidiera hacer algo.

Un año ayudando a Ucrania: del kilo de comida al ecógrafo
María, Pedro (d) y Eduardo (c), tres “solidarios” que desde Torrelodones (Madrid) y “codo con codo” con la ONG con base en Ucrania I Can You Can están ayudando al pueblo ucraniano. EFE/Javier Lizón

Pensó en un frutero que se iba a jubilar y que tenía un camión parado. Eduardo se lo compró “muy baratito”, hizo reparaciones y lo llenaron de prendas de invierno, medicamentos, artículos de ortopedia, sillas de ruedas….

María apodó “Pegasín” al camión y con él pasó a Ucrania desde Cracovia con vicisitudes, entre ellas la rotura del embrague.

Pero llegó a su destino: la iglesia del padre Yuri, en Ivano-Frankivsk, en cuyo sótano se construye un hospital.

En total, esta fundación, en la que colaboran activamente 14 personas, ha llevado 6 toneladas de ayuda, además de otros envíos mas pequeños de los que se ha hecho cargo María.

Las nuevas necesidades

Estos tres “solidarios” han visto cómo cambian las necesidades de los ucranianos. Y han tenido encargos especiales, como ecógrafos. Aunque han mirado en sociedades médicas y hospitales, no ha habido manera de conseguirlos.

“Si alguien nos dice dónde comprarlos, si saben de alguno descatalogado pero que funcione….”, ruegan conscientes de que son productos muy caros.

Creen que puede haber “cosas de segunda mano” que podrían comprar. “Nos gustaría comprar una y que nos donen cinco”, dice Pedro.

En sus viajes a Ucrania han comprobado que los alimentos no hacen tanta falta. De hecho, fueron testigos de cómo las mujeres elaboran en sótanos alimentos deshidratados, de los que come la tropa y parte de la población. Pero para los más pequeños aún son necesarias las papillas y otros alimentos.

María, Pedro y Eduardo son críticos con lo que está pasando. Creen que la ayuda internacional solo va destinada al frente, mientras que la población civil “está abandonada a su suerte” si no fuera por iniciativas privadas como la suya.

“Ahora necesitan muchos generadores de luz -recuerdan-. Tenemos uno en Torrelodones esperando a que compremos el camión”, dice Eduardo, quien suplica ayuda económica para adquirirlo porque sería para un hospital de Kiev”.

Baterías, linternas LED, torniquetes…

En suma, son peticiones muy específicas. La noche anterior a la entrevista con EFE a María le pidieron baterías de 75 a 120 amperios. ¿Por qué? “Porque los generadores por la noche hacen mucho ruido y desprenden calor. Los drones los detectan y la población civil no los ponen por miedo a que les bombardeen”. Con esas baterías pueden evitar el ruido, explica.

A María también le ha sorprendido otra petición, la de motosierras. Indagó y constató que se han abierto los permisos para talar árboles y hacer leña para calentarse.

Otra petición “muy tasada” es la de torniquetes, pero unos especiales, los CAT GEN 7, los mejores para cortar hemorragias cuando hay un bombardeo, pero cada uno cuesta 42 euros.

“La idea es seguir mandando camiones y siempre donarlos allí una vez descargada la ayuda”, resalta Eduardo, convencido de que traerlo vacío es “absurdo”.

Y hace un llamamiento para que quien tenga un camión, un todoterreno o una furgoneta en desuso lo venda a esta ONG. O “si nos lo regalan, mejor”.

Recuerdan que la solo puede entrar a Ucrania de la mano de una ONG y subrayan que ellos mismos han viajado hasta la ciudad donde el padre Yuri construye el hospital y han constatado que efectivamente es así.

Prótesis en origen para evitar la revictimización

Cuentan María, Pedro y Eduardo que hay personas, especialmente niños, que han perdido un miembro o parte de él por los bombardeos. Necesitan una prótesis y en ocasiones les llevan a Estados Unidos para implantárselas.

Además de caro, esto supone una “revictimización” al estar alejados de sus familias mucho tiempo.

Así que hacen un llamamiento para que alguna empresa española del sector de la ortopedia se instale en Ucrania. Incluso para fabricar estos productos. Si hay algún interesado, puede llamarles.

Que les llamen también los parques de bomberos o servicios de emergencias que tengan intención de ‘achatarrar’ sus vehículos.

Aún pueden ser útiles en Ucrania.