El director José Antonio Quirós con el cartel de su nueva película, el documental, 'El Amigo de todos'. EFE/Eloy Alonso.

Hauke Pattist, la historia del nazi al que nadie pidió cuentas

Raúl Molina |

Oviedo (EFE).- Cuando el cineasta José Antonio Quirós asistió en febrero de 1999 en el Teatro Campoamor de Oviedo al estreno de su primera película “Pídele cuentas al rey”, un anciano de 79 años que había conocido en su infancia y al que apenas reconoció se le acercó para saludarlo. Era Hauke Bert Pattist, un nazi holandés que residió impunemente en España desde 1956 y que ahora protagoniza su documental “El amigo de todos”.

La cinta, que este miércoles tiene su estreno comercial en los nuevos Cines Embajadores de la capital asturiana tras ganar el premio del público en el último Festival de Gijón, relata la peripecia vital de Bert Pattist en Oviedo durante el franquismo y la democracia a partir de los ojos de un niño al que un hombre generoso en las propinas y que hablaba varios idiomas había fascinado cuando acudía al restaurante de sus padres.

“Era un tipo fascinante y durante la pandemia tuve tiempo para leer y rescatar documentos. Descubrí que ese personaje era un criminal de guerra. Hubo un conflicto entre los buenos recuerdos de la infancia y el hecho de enfrentarte a un monstruo”, relata Quirós (Villar de Salcedo, 1961) en una entrevista con EFE.

Su madre aparece también en el documental con algunos recuerdos ya perdidos y otros más frescos como la “obsesión” del personaje por la gastronomía en un restaurante de la cuenca minera en la década de los 70, pero también con una memoria “muy vaga, como con algo que se esconde mentalmente y no se quiere explorar” cuando se le muestran recortes de prensa que acreditan la personalidad de su entonces cliente.

Esa actitud de su propia madre Quirós la hace extensiva a la gente que le rodeó durante décadas en Oviedo, donde Hauke Pattist se integró hasta ser considerado uno más, un “amigo de todos”, sin que nadie cuestionara su pasado. “Es la sociedad donde me crié, la del oír, ver y callar”, subraya.

El director de cine asturiano José Antonio Quirós. EFE/Eloy Alonso

Un nazi huido llega a España

Nacido en Utrech en 1920, el protagonista del documental se nacionalizó alemán en 1941 para incorporarse a las Waffen-SS, uno de los cuerpos del Ejército nazi, y fue condenado en ausencia a cadena perpetua en Países Bajos en 1947 por los crímenes y torturas en los que había participado tres años antes en el arresto de más de 2.000 judíos escondidos en Amsterdam, acusaciones que siempre negó.

Tras fugarse del campo donde estaba internado al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la pista de Pattist se pierde a través de varios países hasta que en 1956 cruza la frontera española por los Pirineos con documentación de cuatro nacionalidades distintas y, después de un breve paso por el campo de trabajo de Nanclares de Oca, sale en libertad gracias a las gestiones de un compañero de armas residente en Madrid.

A partir de ahí se instala primero en Ribadesella y luego en Oviedo, donde se casa y tiene cinco hijos además de abrir una academia de idiomas desde la que presuntamente colaboraba con la policía para controlar a los estudiantes antifranquistas y, tras obtener la nacionalidad española en 1966, jura seis años después el cargo de traductor jurado del Ministerio de Asuntos Exteriores para Asturias.

Una democracia que rechazó su extradición

Completamente integrado en la sociedad ovetense -escanciaba sidra como uno más, relatan-, la llegada de la democracia a España dio a Pattist la visibilidad pública que no tuvo durante el franquismo a raíz de su aparición en numerosos medios de comunicación. “Presumía de ser amigo de los periodistas, y aprovechó el espacio que le daban para reconstruir su personaje y adaptarlo al entorno admitiendo su pasado, pero sin arrepentirse”, afirma Quirós tras dedicar dos años a investigar sobre el personaje.

Así, el cineasta constató que el gobierno neerlandés, que en la década de los setenta se había dirigido a él para pedirle que colaborara para llevar a trabajar a operarios de la industria de España a los Países Bajos, solicitaba su extradición en 1979 y 1983 tras sus repetidas apariciones en medios de comunicación.

Ninguna se materializó, al igual que ocurrió en 1997 con la impulsada por el Centro Simon Wiesenthal, por gobiernos de UCD, PSOE y PP en un país ya democrático. “Creo que se miró hacia otra parte, interesaban otras cosas”, afirma Quirós, que advierte, no obstante, de que en Países Bajos sí circulan versiones sin demostrar de que esa decisión obedeció a determinadas informaciones que Pattist pudiese desvelar.

También con su muerte, aparentemente plácida en un hospital de Langreo en 2001, el documental apunta a algunas dudas como las que muestra el doctor que le atendió en sus últimos días y que, según el director, podrán aclararse en el futuro si salen algunos documentos a la luz. “Yo tengo mis sospechas”, afirma.

Ese amigo de todos con décadas de vida tranquila en Asturias fue, recuerda Quirós, el único nazi que se exhibía en una España “donde debía haber otros” y donde llegó a aparecer en el Estudio Abierto de José María Íñigo en TVE, un programa con decenas de millones de espectadores y público en directo del que salió ovacionado.

“Esa gente aplaudía por automatismo, porque les dan la orden de aplaudir y no hubo nadie ahí que dijera: rebelémonos ante esto. Y eso es un poco la banalidad del mal”, concluye el director. EFE