El artista sevillano Miki Leal, en su estudio de Palomares, Sevilla, durante una entrevista con la Agencia EFE. EFE/ Jose Manuel Vidal

El creciente “papel” de Miki Leal en el arte internacional

Alfredo Valenzuela I Sevilla, (EFE).- El artista sevillano Miki Leal (Sevilla, 1974), cuya obra pictórica no conoce otro soporte que el papel, prepara en su estudio de Palomares (Sevilla) su próxima exposición en Palermo (Italia), un homenaje al polifacético arquitecto italiano Carlo Mollino (1905-1973) que le ha llevado a ejecutar dos grandes obras de 6,20 por 2,40 metros.

Estas dos obras, integradas cada una a su vez por cuatro grandes piezas de idénticas medidas entre sí, una en blanco y negro y otra en el color que distingue buena parte de la obra de Leal, se instalaran a partir de la primera semana de octubre en una estructura curvaba debajo de la cúpula de la desacralizada iglesia de Santa Eulalia. Gestionada por el Instituto Cervantes en Palermo.

El resto de la exposición, según ha explicado el artista en entrevista con EFE, serán una serie de esculturas o “mobiliario popular”. Que ocuparan en doble fila la nave central del antiguo templo. Y que el pintor confeccionara -“como si de Frankenstein se tratara”- con objetos y elementos de desecho que se ha propuesto encontrar en las calles. Además de talleres, carpinterías, herrerías y basureros de la ciudad.

La otra faceta del artista, la de ceramista, se reflejará en la serie de azulejos que está diseñando para “enmarcar” estas pinturas. Y que confeccionará en la propia ciudad italiana, donde tiene previsto permanecer casi un mes para ultimar la exposición. Que se titulará: “Bisiluro. Una estela de verano”.

Caballos y bólidos, por Miki Leal

“Soy un arquitecto frustrado”, ha confesado Leal, que fue músico en su juventud. Para explicar tanto esta exposición como su particular homenaje a Carlo Mollino, quien además de como arquitecto se distinguió como diseñador y fotógrafo. Ya que, fascinado por la velocidad al igual que los futuristas, diseñó un coche de carreras que se llamó “Bisiluro”. En alusión a un pez abisal con forma de torpedo, y no desdeñó la fotografía erótica.

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El artista sevillano Miki Leal, en su estudio de Palomares, Sevilla, durante una entrevista con la Agencia EFE. EFE/ Jose Manuel Vidal

Todos esos asuntos, así como la devoción de Mollino por los caballos están reflejados en las dos grandes pinturas sobre papel pensadas, según se creador, para ese gran espacio que le presta la antigua iglesia de Santa Eulalia. Y la exposición inscrita en el programa en el Festival Via Dei Tesori, que reúne manifestaciones artísticas de toda condición.

En cuanto al “mobiliario popular”, como denomina a sus improvisadas esculturas, ya lo hizo en su reciente exposición en Cuba. En el “Estudio 50” de La Habana que ocupa una antigua fábrica de cristales, según ha explicado Leal. Cada vez más internacional como revela una agenda que incluye próximas exposiciones en Bruselas, Copenhague, Miami y Basilea. Y la actividad que desarrolla en sus estudios de Madrid y junto a la costa norte portuguesa, además del de Palomares.

La labor en este estudio sevillano, al que ha regresado tras cinco años de ausencia, también se debe a su inclinación por la improvisación. Como lo es en cierto modo su gusto por el papel: “Esa elección se debe a la pereza… La tela requiere montaje y preparación, y soy impetuoso y necesito tenerlo todo dispuesto. Además de que suelo trabajar en cuatro o cinco obras a la vez y voy de una a otra”.

Dandis y jazz

“El papel me permite ir más rápido y obtener un lenguaje más fluido; el lienzo requiere estar más centrado, y yo no debo estarlo mucho”, ha explicado el artista con ese humor y jovialidad que no le permiten dejar de sonreír.

“Me gusta la pintura como pintura en sí misma, como fluido, como materia, me gusta la pintura más que lo que estoy pintando, por más que mis obras sean muy narrativas”, ha añadido Miki Leal. Que, en efecto, está muy influido por la literatura, tanto que sus bocetos son casi más escritos que dibujados o pintados, de modo que en sus cuadernos de trabajo hay más palabras que imágenes.

Prueba de ese gusto por la literatura es la guía de Jerez que ha ilustrado, con textos de su mujer, la escritora y periodista María José Solano, en una bella edición en color y encuadernada en tela por la editorial Tintablanca, especializada en libros de viaje.

También ha publicado recientemente un libro que recoge buena parte de su obra gráfica, “Un kilo de verde”, título debido a la idea que, sobre la calidad, la cantidad y la densidad, Gauguin transmitió a Matisse, según la cual un kilo de verde no es tan verde como medio kilo de verde.

Pintor figurativo, que es el preferido de todos los de su generación por el veterano Luis Gordillo, en ese libro, como en sus exposiciones, están sus temas de siempre, la música, particularmente el jazz, el cine, el dandismo y la familia -muchas de sus creaciones las reconoce como biográficas y por algo es el menor de una familia de ocho hermanos e hijo de un arquitecto e ingeniero en quien identifica al primer dandi que conoció en su vida-. EFE