El director general de Patrimonio Cultural, Juan Carlos Prieto (2i), presenta la restauración realizada en la iglesia conventual de San Pablo de Valladolid.EFE/Nacho Gallego

La iglesia bautismal de Felipe II y Felipe IV consolida su ábside

Valladolid (EFE).- La fachada de la iglesia conventual de San Pablo es un pergamino de piedra escrito en caligrafía gótico-isabelina y renacentista, que en Valladolid recibe al visitante para mostrar no sólo el templo donde recibieron las aguas Felipe II y Felipe IV, sino una referencia artística recientemente restaurada.

“Si bien es cierto que se trata de una iglesia emblemática, también es verdad que ha sido muy castigada por los avatares de la historia”, ha explicado este lunes a los periodistas el padre dominico Eduardo González durante la presentación de la última intervención realizada en este templo de los siglos XV-XVII.

Cuartel y presidio

Al cuartel napoléonico instalado en sus naves le siguió, tres décadas después, la desamortización liberal de 1835 que convirtió en un presidio el templo de referencia en España de la Orden de los Predicadores (OP/Dominicos), cuyo origen se remonta a 1276, año en que fue fundado por la reina Violante de Aragón.

Esta última restauración, financiada con 450.000 euros de fondos UE (Next Generation), ha consistido en la consolidación y restauración del ábside, la impermeabilización de su cubierta, la eliminación de humedades, reposición de elementos y renovación de las cinco monumentales vidrieras que jalonan el ábside con toda la simbología dominica.

A todo ello se ha añade la restauración de unas pinturas murales situadas debajo de los vitrales, ha explicado por su parte el director general de la Junta de Castilla y León, Juan Carlos Prieto, durante la visita efectuada a la iglesia que comparte espacio medianero con el Colegio de San Gregorio, sede principal del Museo Nacional de Escultura.

Obras desde 2010

Desde 2010, ha recordado, la conventual de San Pablo ha sido objeto de diferentes obras de remozado y acondicionamiento gestionadas por la administración autonómica por un montante global de casi cinco millones de euros.

El monumental ábside deja en el interior de la iglesia un extenso espacio diáfano, iluminado por las vidrieras y presidido por un crucificado de Juan de Juni, con la finalidad de exaltar la palabra y figura, también la acústica, de los predicadores, como así se les conoce también a los religiosos de la orden que fundó en 1218 Domingo de Guzmán, el santo de Caleruega (Burgos).

La intervención realizada ha sido aprovechada para renovar las pinturas murales situadas en la parte inferior del ábside, para culminar una restauración que ha dejado un espacio “discreto y digno”, en palabra del Padre Carmelo, prior de los Dominicos en Valladolid.

El próximo paso será la actuación en el coro, sobre las suciedades en los muros y contra el efecto nocivo de la presencia de las palomas sobre la piedra, ya en el exterior, que a diario combate sin éxito un campo electrostático, “pero de nada sirve si luego no concienciamos de que no hay que darlas de comer”, ha matizado antes de concluir. EFE