El autor de 'Shenzen', 'Pyongyang', 'Crónicas de Jerusalén' o 'Crónicas birmanas', el canadiense Guy Delisle. EFE/Ana Escobar

Guy Delisle: los viajes y la vida en cómic como “una larga postal”

Marta Rojo

Valencia (EFE).- Coló un ejemplar de ‘1984’ en Corea del Norte, intentó explicar el comunismo francés a un chino en Shenzen y conoció en primera persona la situación en Jerusalén y Birmania, esas son el tipo de cosas que el canadiense Guy Delisle relata en sus cómics, en su mayoría sobre viajes, que concibe como “escribir una larga postal a la familia”.

Así lo revela en una entrevista con EFE el autor de ‘Shenzen’, ‘Pyongyang’, ‘Crónicas de Jerusalén’ o ‘Crónicas birmanas’, que participa hasta el domingo en el Salón del Cómic de Valencia y que no cree que lo que hace se parezca al periodismo, porque en sus cómics habla de lo cotidiano, “de los hijos o de un coche que se rompe”.

Crónicas sobre viajes

Pero Guy Delisle sí reconoce que hay un componente de crónica sobre viajes, que concibe como un “patchwork” de diferentes escenas vividas, por ejemplo, en la primera ciudad china que ensayó la economía de mercado, en la capital de la hermética Corea del Norte o en una Birmania que conoció de la mano de las ONG.

“Cuando viajo, intento entender lo que pasa y tomo notas, y cuando vuelvo las releo y decido si hago un libro o no”, relata, porque no siempre hay una obra tras cada viaje: “Si no hay nada interesante de lo que hablar, no hay cómic”.

El canadiense Guy Delisle, durante la entrevista con EFE en el Salón del Cómic de València.
El canadiense Guy Delisle durante la entrevista con EFE en el Salón del Cómic de València. EFE/Ana Escobar

Sus notas, asegura, son “como un diario pero sin literatura”, solo anotaciones acompañadas de algún dibujo esquemático, porque a veces “es más fácil así”: “Un día fuimos a un restaurante donde tenías que elegir el pescado que te querías comer en un acuario, y algunos ya estaban muertos y flotando; es el tipo de cosas que es más fácil dibujar que escribir para acordarse”.

“No creo que lo que hago sea periodismo, es más como escribir una larga postal a mi familia para contar lo que he experimentado en un año en Jerusalén, en Birmania”, considera el autor. A la vuelta, “en vez de contarles todo el viaje”, puede ofrecerles un libro.

La risa delata un buen trabajo

En sus cómics, aunque transcurran en zonas en conflicto o se aborden temas serios, el humor siempre está presente, algo que Guy Delisle asegura que es “natural” y que “pega” con su estilo de dibujo.

“Supongo que es por cómo soy; no creo que pudiera hacerlo diferente, porque cuando cuento anécdotas e historias a mis amigos intento que se rían al final, de modo que cuando lo hacen sé que he hecho un buen trabajo, y es lo mismo con los cómics”, afirma.

Ni en Pyongyang, ni en Birmania, ni en Jerusalén parece que haya demasiado material para el humor, pero sí, dice, para una forma determinada de mirar las ciudades y a las personas, porque “cuando viajas es más fácil notar las cosas” y poner el foco en “diferentes exotismos”, los que proceden “no tanto del choque entre culturas sino de la diferencia entre comunidades”.

Desde que Delisle tenía 20 años “ha cambiado la forma en la que la gente viaja”, sobre todo con las fotos y las redes sociales, algo que no le ocurrió cuando visitó China o Corea, cuando nadie estaba esperando ver representado nada en particular, porque no eran destinos turísticos que la gente conociera.

Eso le fue especialmente útil en Pyongyang, porque “nadie conoce Corea del Norte” y por tanto no tenía que dedicar demasiada atención al detalle de las calles de la ciudad que, por otra parte, es “muy fácil de dibujar, muy gráfica” gracias a su arquitectura brutalista.

La libertad como tema central

“Cuando hago los libros tengo la impresión de que hago el mismo viaje por segunda vez pero con el lector”, asegura Delisle, que pone en el centro de sus viajes el tema de la libertad, por haber visitado lugares donde no está garantizada: “Luego llegas a casa y te das cuenta de que con un pasaporte puedes visitar toda Europa”.

La libertad también es el tema central de ‘Escapar’, otro de sus libros, donde cuenta la historia del secuestro del cooperante de Médicos Sin Fronteras (MSF) Christophe André.

“Te preguntas qué harías en una situación como esa y es imposible responder”, considera, pero a raíz de ese libro se escribió “un memorándum” a sí mismo: “Si te secuestran no intentes escapar, seguro que acaban encontrándote”.

La paternidad, otro viaje

Pero las obras más conocidas de Delisle, sobre todo en el ámbito francófono, son sus cuatro volúmenes de ‘Guía del mal padre’, donde cuenta la crianza de sus hijos en tono humorístico.

“Ser padre es todo al mismo tiempo, es divertido y tedioso a la vez”, destaca, para añadir que contar esa experiencia “es como si viajara, solo que sin hablar de geografía o política sino del día a día”.

De ellos le gusta especialmente lo que supuso “trabajar con detalles pequeños que están alrededor, con pequeñas observaciones”, si bien ahora sus hijos, con 16 y 19 años, “han perdido la parte mona” y se ha quedado “sin fuente”.

Su propia adolescencia también fue material para su último cómic, ‘Crónicas de juventud’, sobre los tres veranos que pasó en su ciudad, trabajando en una fábrica, el único de sus tomos autobiográficos que postergó “hasta después de los 50”, sobre todo para no herir a su padre con la descripción que hace de él, y que ya no pudo leer.

Ahora, Guy Delisle trabaja en la biografía de un fotógrafo de principios de siglo y a lo mejor va hacia la ficción algún día, pero lo que tiene claro es que no sueña con hacer cine ni con otra cosa”. “Para mí -sentencia-, el cómic es una forma extraordinaria de expresar la narración, el cómic es mi medio y no sueño con otro”.