Miguel Ramos |
Santander (EFE).- El Ojáncano, el Trastolillo, el Cuélebre o la Anjana son algunos de los personajes de la mitología cántabra con los que una diseñadora gráfica de Santander ha creado un juego de cartas, con la idea de combinar el entretenimiento para todos los públicos con la evocación a sus raíces culturales.
“Me parece un tema que se estaba perdiendo y faltaba algo de chispa para impulsarlo”, afirma Adriana Diloy, quien, a sus 22 años, ha ilustrado y puesto en marcha este juego, que busca ser alternativa y una diversión para los niños y jóvenes frente alas recurrentes pantallas digitales.
En una entrevista con EFE, explica que se ha inspirado en el clásico juego de unir las familias de siete países, pero aportando su visión de la mitología cántabra con rasgos afables.
“No son una madre, padre o hijo, sino que se establecen cuatro categorías divididas por colores, y dentro de cada grupo hay familias”, detalla.

65 naipes para jugar al estilo tradicional o versionado
Cada baraja está compuesta por 65 naipes y se puede jugar al estilo tradicional en el que los participantes preguntan por los personajes que les faltan para recopilarlos, uno a uno, y así completar las familias.
Otra versión consiste en utilizar unas cartas de interacción para robar, pasar o mirar la mano del contrincante, con el objetivo de hacer más entretenida la partida.
“Esas acciones están relacionadas con los atributos especiales de cada personaje, es decir, si te toca el Trastolillo, que es un pillo, robas una carta. O el Basilisco, que bloquea la acción del jugador”, cuenta Adriana, quien añade que no se trata de una dinámica complicada y pueden participar todos los miembros de la familia, si bien lo recomienda a partir de los 8 años.
Cada uno de los 44 personajes mitológicos que aparecen en el juego están acompañados de una descripción que identifica las particularidades y leyendas que antaño se les atribuían, como apunte educativo y de aprendizaje.
Juego gestado en confinamiento
Según expone su autora, esta propuesta de cartas se gestó durante los días de confinamiento por la pandemia en los que se dedicaba a jugar al parchís a través de internet junto a su familia.
Ese regreso a los juegos tradicionales propició, meses después, que se aventurase en la confección de unas cartas ilustradas con personajes, a raíz de un trabajo universitario que le encargaron sobre un diccionario creativo.
“Ya que hice eso, pensé en dar un paso más y probar cómo resultaría un juego de cartas como propuesta de fin de grado al ser más complicado”, ha apostillado.
Ahora, para que el proyecto sea una realidad, ha impulsado una campaña de micromecenazgo como primera vía de financiación que no ha dado el resultado esperado.
En busca de nuevos juegos de cartas en un futuro
Pese a ello, y tras pulsar entre el público el interés real que existe por el juego, va a costear por su cuenta una primera tirada de un centenar de barajas de las que, al menos, la mitad ya están reservadas.
“Publicar un libro es caro, pero un juego de cartas más aún porque hay partes del proceso de empaquetado que se hacen de forma manual”, ha aclarado.
Además de las cartas, ha sacado a la venta elementos vinculados a su creación, como llaveros de los personajes mitológicos, láminas de las ilustraciones o libros para colorear dirigidos a los más pequeños.
En definitiva, Adriana quiere potenciar esa afición como ilustradora que, gracias a sus familiares se empapó desde pequeña, completándola con una formación adecuada de cara a sacar adelante otros juegos de cartas en el futuro.