Representación durante la celebración del I Foro España con los Refugiados en Madrid. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

Ser refugiado, no mirar atrás y “solo pedirle a Dios poder vivir en paz”

Macarena Soto |

Madrid (EFE).- Ali y Arif echan de menos Pakistán y Afganistán. Extrañan a su familia, sus amigos, su cultura, su clima, su comida… la vida, al fin y al cabo, que tuvieron que dejar atrás en busca de “poder encontrar una vida en paz”.

Ambos residen en España desde hace año y medio donde hoy, Día Mundial del Refugiado, intentan rehacer sus vidas junto a sus familias o junto a nuevos amigos y parejas, que les han ayudado a instalarse en el país.

A Arif fueron seis occidentales, quienes se “juntaron y dieron lo mejor de ellos” para conseguir añadir su nombre a la lista de Estados Unidos con las personas que tenían que sacar de Afganistán a la llegada de los talibanes a Kabul en agosto de 2021.

“Osman, Matilde, Dinah, Martin, Maxime y Antonio” lograron asegurarle un lugar en un avión estadounidense aunque después, bajo su solicitud, terminó viajando a España.

“Logré saltar la valla del aeropuerto aún no sé cómo, otros muchos murieron aplastados. Luego en el aeropuerto estuve dos días y dos noches, mientras estábamos completamente hacinados”, cuenta este joven de 24 años cuya narración recuerda a aquellas tremendas imágenes del aeropuerto de Kabul.

Su suerte fue muy distinta a la que corrieron los que no pudieron huir del país, como sus padres, que aún residen allí y por posibles represalias de los talibanes se muestra muy comedido ante su testimonio.

“Cuando tomaron mi provincia estuve un mes metido en casa por miedo, no me sentía bien, no era feliz, estaba preocupado, me fui a Kabul primero y luego salí del país”, explica el joven, que en Afganistán instalaba conexiones de internet y hoy en España trabaja en el sector turístico.

La representante en España del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Sophie Muller, durante su intervención en el I Foro España con los Refugiados en Madrid.
La representante en España del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Sophie Muller, durante su intervención en el I Foro España con los Refugiados en Madrid. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

Descubrir otro país

 Arif encontró en España a varias personas que también le ayudaron y le hicieron sentir “parte de sus familias”.

“Al principio en España todo era muy extraño, la forma de vivir de la gente, el Gobierno, la libertad de la gente, la apertura de la gente, estaba impresionado los primeros días, ahora estoy feliz porque la gente ha sido muy generosa conmigo”, narra.

Un caso parecido es el de Ali (nombre ficticio), un pakistaní pastún que tuvo que dejar su país por su participación en el Movimiento Pastún Tahaffuz (PTM por sus siglas en inglés) que defiende los derechos de este pueblo, una de las mayores etnias de Pakistán y Afganistán, que se ha levantado contra los talibanes y los militares pakistaníes.

“Hay mucha gente (del PTM) que ha perdido familiares, en operaciones militares, han desaparecido y matado a gente, disparado o detenidos”, reclama este pakistaní, que llegó hace año y medio a España junto a su mujer, su padre, sus tres hijos y dos sobrinos huérfanos.

Conmemoración del Día Mundial de las Personas Regufiadas en la plaza del Cardenal Belluga, de Murcia
Conmemoración del Día Mundial de las Personas Regufiadas en la plaza del Cardenal Belluga, de Murcia. EFE/ Daniel Marín Ortiz

No volver a su país ni aunque pudiera 

Ali forma parte de un programa de acogida de la organización Diaconia, que con motivo del Día Mundial del Refugiado lanza hoy el proyecto “Vidas en tránsito: 12 historias de acogida y refugio”, una serie documental para visibilizar los diferentes motivos que llevan a las personas a solicitar protección internacional.

Antes de venir a Europa, Ali y su familia estuvieron en varias provincias del país pero finalmente decidieron salir: “no teníamos futuro allí, mis sobrinos, no tienen padre porque lo han matado, mis hijos no han ido más de dos años seguidos al colegio… yo no veía futuro para ellos”.

En Pakistán también los sueños de Ali se vieron frustrados. Allí estudiaba “matemáticas, inglés, biología y física” mientras ayudaba a su padre en labores del campo y trabajaba como sastre, algo que hace ahora en España.

“Estamos esperando la resolución de concesión de refugio, aún no tenemos respuesta”, dice el pakistaní quien da por hecho que pase lo que pase no quiere regresar a su país. 

“Allí hemos visto situaciones terribles y ahora mismo los activistas de PTM desaparecen, los militares no quieren la paz para los pastunes”, considera.

Por eso, dice, “es mejor dejar todo allí”: “dios nos ha dado la vida y nosotros queremos vivirla en paz”