La activista iraní Mersedeh Shahinkar, que perdió un ojo en las protestas por la muerte de Masha Amini, junto a una imagen de la joven en Estrasburgo, Francia. EFE/EPA/Ronald Wittek

Mersedeh Shahinkar, manifestante iraní: “Haber perdido un ojo es una insignia de honor”

Laura Zornoza |

Estrasburgo (Francia) (EFE).- La mirada de Mersedeh Shahinkar es bicolor desde el 15 de octubre de 2022, el día en el que las fuerzas del orden iraníes dispararon una bala de pintura en su ojo derecho durante las protestas por la muerte de la joven Mahsa Amini.

Más de un año después, asegura que esa pupila azul por la que ya no puede ver es “su insignia de honor”.

En Estrasburgo (Francia), Mersedeh ha recogido el premio Sájarov a la libertad de conciencia en nombre de Amini y del movimiento “Mujer, vida y libertad”, que se desató tras la muerte de la iraní en custodia policial y ha encarnado la revolución de una sociedad en contra de las restricciones de vestimenta para las mujeres en este país.

Temor por su madre

En una entrevista con EFE, Shahinkar recuerda el día que le cambió la vida: estaba en las protestas con su madre cuando las fuerzas del orden que trataban de reprimir la manifestación dejaron de disparar a las piernas y apuntaron más arriba.

“Sentí como algo reventaba. Al principio no entendí lo que estaba pasando, pero sentí un dolor agudo y una sensación cálida en la cara. En ese momento entendí que era sangre. Me llevé una mano al ojo y sentí la calidez de la sangre en los dedos, saliendo hacia fuera”, cuenta.

Su mayor terror, más allá del dolor físico, fue saber que su madre estaba a su lado cuando le sucedió. “Yo misma soy madre, tengo una hija, y sé que lo peor que le puede pasar a una madre es ver a su hijo herido”, rememora.

En sus redes sociales ha compartido fotos explícitas de los momentos después del ataque, con su ojo derecho ensangrentado pero consciente y desde el hospital al que la llevaron y donde no le operaron hasta la mañana después del ataque.

Entrevista a la activista iraní Mersedeh Shahinkar por la concesión del premio Sájarov
Manifestantes se enfrentan a las fuerzas de seguridad iraníes en Teherán en una protesta tras la muerte de Mahsa Amini. EFE/EPA/STR

Meses después, había perdido prácticamente toda la visión en ese ojo.

La muerte de Masha Amini

Una estimación publicada por el diario New York Times cifró en 580 los manifestantes que habían sufrido graves lesiones oculares en las protestas iraníes sólo en Teherán y en el Kurdistán iraní, aunque advierte de que el número real puede ser mucho mayor porque muchas personas que han participado en estos actos temen ser tratadas en hospitales públicos.

Antes del asesinato de Mahsa Amini, Shahinkar era instructora de ‘fitness’ y llevaba al día una cuenta de Instagram en la que colgaba vídeos de ejercicios con ropa ajustada, animando a las chicas que le seguían a “llevar el hijab si querían y si no, no”.

La muerte de la veinteañera en custodia policial tras ser detenida por la policía de la moral iraní fue lo que le llevó a la calle. “Al principio claro que daba miedo, pero después veías la marea de gente, su valentía, los objetivos que perseguían por su libertad y la de las mujeres… ir con ellos a hacer las protestas más grandes se volvió algo natural y emocionante”, cuenta.

“No sólo por el movimiento ‘Mujer, Vida y Libertad’, sino para la caída integral del régimen islámico”, añade la joven iraní.

Protestas en el aniversario de la muerte de Masha Amini
Una manifestante sostiene una hoja que muestra fotografías de víctimas de la represión iraní tras la muerte de la joven Mahsa Amini. EFE/EPA/Clemens Bilan

Exiliada en Múnich

Hoy, Mersedeh vive en Múnich (Alemania) con su hija y dice que sueña con poder llevar a su país la libertad de la que su pequeña disfruta a la hora de moverse, estudiar y expresarse. Al preguntarle si mereció la pena el sacrificio que ha hecho y la pérdida de la visión en un ojo, no tiene dudas.

“Realmente es una insignia de honor para mí, es mi lucha igual que la de mi gente, el pueblo iraní, por nuestro futuro. No me quedé en casa sentada quejándome, era el momento de salir a la calle y mostrar nuestra protesta, nuestra insatisfacción y decir qué queremos”.

Shahinkar asegura que “seguirá trabajando durante tanto tiempo y tan lejos como haga falta” por los objetivos de sus compatriotas, porque se siente “una voz de su pueblo”.

“Estoy obligada a estar aquí, estoy en el exilio, no elegí estar aquí. Las circunstancias y condiciones en mi país eran tales que me vi obligada a marcharme, pero me gustaría volver y llevar a mí país la libertad de la que mi hija está disfrutando ahora”, zanja.