Imagen de un eclipse lunar. EFE/Ennio Leanza

El insomnio crónico en España afecta a 1,8 millones de personas y cuesta 10.703 millones al año

Madrid (EFE).- Más allá de su impacto en la salud y en la atención sanitaria, el insomnio, y más concretamente el crónico, que sufren 1,8 millones de españoles (el 6,1%), tiene una enorme repercusión social y económica, ya que genera una pérdida anual de 10.703 millones de euros, el 0,8 % del PIB.

Así lo concluye el estudio internacional “Carga social y económica del insomnio en adultos” elaborado por la organización internacional de investigación sin ánimo de lucro RAND Europe con la colaboración de la compañía Idorsia para identificar y cuantificar la carga social y económica de este trastorno.

Estudio con datos de 16 países

Para ello, los autores han descrito sus costes económicos indirectos (no relacionados con la atención sanitaria) y los intangibles (no detectados directamente en transacciones económicas, pero que tienen un impacto en la salud o bienestar de un individuo) en 16 países: además de España, Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza.

El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente, y su forma más grave es su forma crónica, que se da cuando la persona encuentra dificultades para conciliar el sueño al menos tres noches por semana durante tres meses.

Los adultos con insomnio son más propensos al absentismo laboral y son menos productivos; según el informe, uno de cada dos presenta síntomas (172 millones de personas), hasta un 25 % tiene insomnio clínico (72 millones) y un 15 % crónico (42 millones).

En términos de costes indirectos, el insomnio crónico se ha relacionado con entre 11 y 18 días de absentismo, 39-45 días de presentismo y 44-54 días de pérdida general de productividad al año.

De esta forma, en los 16 países analizados, los costes indirectos del insomnio crónico asociados a la pérdida de productividad laboral oscilan entre 1.600 y 185.000 millones de euros (un total de 372.000 millones) del PIB y las pérdidas anuales intangibles de bienestar entre 1.300 y 113.300 millones (213.600 millones en total).

El caso de España

En el caso concreto de España, el estudio calcula que el 27,4 % de la población tiene síntomas de insomnio y el 10,8 % presenta insomnio clínico.

Mientras, el 6,1 % sufre insomnio crónico, que no obstante es la cifra más baja de los 16 países analizados, solo por debajo de Alemania y Austria. La pérdida de productividad laboral anual que conlleva para nuestro país asciende 10.703 millones (0,82 % del PIB).

Asimismo, la investigación también se ha centrado en los costes intangibles, y concluye que los adultos afectados están dispuestos a renunciar a un 14 % de la renta per cápita anual de su hogar a cambio de obtener el mismo grado de satisfacción con su vida que las que no están aquejadas por problemas de sueño.

Una persona mira su móvil, en una imagen de archivo
Una persona mira su móvil, en una imagen de archivo EFE/ Ismael Herrero

“Existe una relación bidireccional entre sueño y trabajo”, ha avisado la doctora Carmen Bellido Cambrón, coordinadora del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales en el Hospital de Castellón.

De modo que “si no duermes bien por las noches, no serás productivo durante el día y serás más propenso al absentismo laboral, tendrás hasta un 88 % más probabilidad de accidentes en el trabajo e in itinere, reducirás tu productividad, disminuirá tu satisfacción laboral, serás una fuente de conflicto con tus compañeros y, sin ser consciente de ello, estarás dañando tu salud física y mental”.

Estrategias nacionales de salud pública

Para paliar los efectos que el insomnio tiene sobre la salud y la economía, los investigadores proponen a los gobiernos y a los sistemas sanitarios que incorporen el sueño en las estrategias nacionales de salud pública, que impulsen campañas sobre la importancia de una adecuada higiene del sueño y que implementen la detección precoz sistemática del trastorno en las visitas médicas de rutina mediante screening.

También les instan a establecer protocolos coordinados entre los diferentes niveles asistenciales para garantizar a los pacientes un acceso oportuno al diagnóstico y tratamientos, formación actualizada sobre este trastorno en las facultades de medicina y acceso y reembolso a la innovación farmacológica segura, respaldada por datos científicos.