Daniel Pérez I Málaga, (EFE).- La empresa Spain Food Sherpas ofrece a los viajeros que llegan a ciudades de Andalucía como Málaga, Sevilla, Granada y Córdoba descubren de la mano de sus guías locales sus secretos culinarios a través de rutas y experiencias que les muestran los mejores productos tradicionales y la gastronomía más auténtica de cada zona.
En Málaga, el Mercado de Atarazanas, antiguo lugar de reparación de barcos en la época árabe, se alza como eje central para mostrar la esencia de esos productos que los visitantes buscan conocer. En él, el pequeño ultramarino de Juan de Dios Barba, que abrió sus puertas en 1932, sirve de introducción a una de sus rutas. Sus lomos de bacalao salado enrollados no dejan indiferente a nadie.
La diversidad y calidad que podemos encontrar en este mercado hace que se deban elegir bien las paradas. Para Javier Fernández, guía desde hace cinco años en la empresa, “se trata de poner en valor los comercios tradicionales, los bares de toda la vida, las tascas, para que el cliente se sienta un poquito menos turista y un poquito más local o un poquito más viajero”, comenta a EFE.
Aceitunas, boquerones y frituras
En el recorrido, entre puestos de todo tipo, se degustan las aceitunas aloreñas, las pasas de la Axarquía o las nueces pecanas de Coín. Cristóbal Ríos, dueño de un puesto de encurtidos, hace una demostración con dos de sus productos estrella, al meter en el interior de un higo seco una almendra frita y dársela a probar al grupo.
Otra parada obligatoria son los establecimientos de restauración del interior del mercado, donde un camarero da a probar al grupo boquerones victorianos, pimientos fritos o una fritura de verduras. En torno a la barra, los vasos del clásico tinto de verano requieren de una explicación del guía.
Muy cerca, el puesto de charcutería de Armando Cuberos es un deleite para los sentidos. El queso de cabra de los Montes de Málaga, la morcilla de Ronda, los chicharrones de Cádiz o el lomo en manteca hacen que las carteras se abran para llevarse estos productos, algunos de los cuales son envasados al vacío para su mejor conservación.
En otra zona del mercado donde todos son pescaderías, las conchas finas, jureles, almejas o el pescado de mayor tamaño, como rape o atún, hacen sacar sus teléfonos móviles a varios miembros del grupo para inmortalizar el género. A continuación, un vendedor de un puesto de pescado les enseña, como es tradición en Málaga, unir la cola a la boca de la pescadilla para freírla.
Una ruta por la tradición
Para Pablo Vázquez, director general de Spain Food Sherpas, “los turistas suelen tener un concepto muy simplista de nuestra gastronomía que se basa en las mal llamadas tapas que sirven en el extranjero y muchos sitios de España y que nada tienen que ver con lo que comemos los locales”.
Según explica a EFE, los productos que más llaman la atención dependen del lugar, pero “el gazpachuelo en Málaga, las espinacas con garbanzos en Sevilla o el remojón granadino” suelen ser los platos estrella para los clientes que deciden probar la experiencia, que son principalmente “del norte de Europa, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá o Australia, de mediana edad y que suelen pasar varios días por el sur de España”.
Una vez fuera del mercado, el grupo toma aire frente a las 108 vidrieras que decoran uno de los extremos del inmueble desde 1973 y que representan los hitos arquitectónicos más destacados de la ciudad.
Tras un paseo por varias calles donde el grupo no deja de escuchar las explicaciones del guía, el escaparate de la Freiduría Paco José es parada obligada para recomendar sus patatas fritas y frutos secos de todo tipo.
Tras esto llegan a El Almacén del Indiano, un ultramarino donde es posible probar todo lo que está a la venta. Una degustación de queso, jamón serrano, salchichón y morcilla sobre un papel de estraza le da la bienvenida a cada uno de ellos, para a continuación degustarlo todo junto a un vermut de barril.
! Comer y beber bien!
Las dos últimas paradas en Málaga son los restaurantes Eme de Mariano, donde la modernidad se funde con la tradición de la mano del chef Mariano Rodríguez, y El Chinitas, uno de los locales con más solera y tradición, donde era habitual ver a Chiquito de la Calzada en sus mesas.
En el primero, el gazpachuelo y las croquetas hacen las delicias del grupo. En el segundo, la berenjenas fritas con miel de caña y los montaditos de presa ibérica ponen el colofón en el paladar.
El grupo se despide y todos marchan con esta experiencia gastronómica que seguro que no olvidarán de vuelta a sus países.
Como explica Vázquez, “por encima de todo buscan una experiencia en la que descubrir la ciudad de otra manera, al mismo tiempo que conocen a viajeros de otros países y tienen un ‘food sherpa’ que les cuenta todo tipo de anécdotas y recomendaciones locales que les ayudan al resto de su estancia. Y, además, ¡comer y beber bien!”. EFE