Imagen de parte del público de la mascletà de este martes en la plaza del Ayuntamiento de València. EFE/ Biel Aliño

Las Fallas de 2023, en 5 claves

Carlos Bazarra | València (EFE).- València vive este miércoles el primero de sus cinco días grandes de las Fallas 2023 y aquí van las cinco claves de estas fiestas:

Fallas sin restricciones

Tras la suspensión de 2020 a menos de una semana de sus días grandes, el aplazamiento a septiembre de las de 2021 por la gravedad de las entonces sucesivas olas y las restricciones vigentes en las de 2022, las Fallas de 2023 llegan sin rastro de medidas anticovid.

El mundo fallero y sus satélites -hosteleros, turísticos, de belleza e indumentaria, musicales y de servicios- respiran al fin sin mascarilla y como si fueran las primeras “de verdad” en mucho tiempo. Casi todas las previsiones, además, les parecen favorables y, de hecho, el censo fallero de este año sobrepasa las 103.000 personas, superando las cifras prepandemia.

Buen tiempo

Las Fallas de 2022 fueron las más lluviosas y con menos horas de sol de toda su historia, lo que arruinó bastantes planes previstos, canceló reservas y anuló viajes, dañó y tumbó monumentos, ensombreció celebraciones y, en general, dejó temblando y destemplados a sus protagonistas y actores secundarios.

El pronóstico para este año, en cambio, les llena de alegría y optimismo. Tras una semana de calor veraniego llegan los días grandes con cielo despejado -como mucho alguna llovizna el sábado-, temperaturas suaves, viento sin peligros y, como se suele decir por aquí, el típico “tiempo de Fallas”.

Multitudes

Las autoridades lo advierten desde hace semanas: estas Fallas serán multitudinarias por ser las primeras “normales” desde antes de la pandemia, por el buen tiempo previsto, por caer sus días grandes en fin de semana y porque el lunes 20 es festivo en Madrid. Se asegura que serán “dos ciudades en una” (y València tiene casi 800.000 habitantes). La ocupación hotelera, casi al 90 % el viernes y el sábado, mejorará las cifras de los últimos cinco años.

El dispositivo de seguridad se ha adaptado ante el pasacalles continuo que habrá durante estos días por las zonas más falleras y turísticas de la ciudad, así como para las enormes concentraciones de gente en, por ejemplo, las mascletaes de la plaza del Ayuntamiento, el recorrido de la Ofrenda y los castillos nocturnos de fuegos artificiales, que este año cambian de ubicación y se dispararán junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Buñuelos en un puesto fallero. EFE/ Ana Escobar

La inflación

Todo está más caro por los efectos de la invasión rusa de Ucrania y eso afecta también a las Fallas. Buñuelos y churros -menú oficioso del turismo fallero- valen más que el año pasado, pero también los petardos, una paella y una habitación de hotel. Las comisiones falleras han tenido menos presupuesto para gastar, aunque han contado con ayudas oficiales para mantenerse a flote tras tres años de pandemia y mucho reajuste contable.

Esta semana, además, se empieza a dar forma a un informe oficial y académico sobre el impacto económico de las Fallas, largamente esperado tanto por el propio mundo fallero como por los satélites de ese universo festivo. Sus conclusiones servirán para medir la repercusión real de una de las fiestas populares más famosas del mundo pero que, desde dentro, se vive en un estado de crisis permanente y de condiciones precarias para muchos artistas falleros.

Los ninots y sus fallas

Las casi 800 fallas -entre grandes e infantiles- de este año, aparentemente, no reflejan esa crisis. Conjuntos monumentales en las nueve de la sección Especial -la más fotografiada, también por sus presupuestos (de hasta 255.000 euros)-, remates en altura que sortean la gravedad y, como siempre, mucha ironía, sátira, nostalgia, fantasía, erotismo, alegoría, historia y colorido.

Tras la “plantà” de este miércoles quedarán expuestos, hasta la Cremà del domingo, los ninots que reflejan la crítica hacia políticos -en dos meses hay elecciones municipales y autonómicas- y personajes de la farándula y del deporte, pero también las temáticas de los monumentos, desde la salud a los derechos humanos pasando por la naturaleza, el Extremo Oriente, la música o el Oeste americano.

Y como símbolo de este año, el gigantesco corazón de 21 metros de altura hecho de vareta en una falla, la municipal (fuera de concurso), que por primera vez diseña una mujer (Marina Puche) y que se enciende con los latidos sensoriales que provoca el Mediterráneo, un ritmo cardíaco fallero con fecha de caducidad: las once de la noche del día de San José.