Pepi Cardenete |
Madrid (EFE).- Aunque no es la primera vez que participa en un concierto de Acción por la Música, la fundación que le imparte las clases extraescolares en las que aprende a tocar el violín y hace nuevos amigos, Lucira no oculta su lógico nerviosismo ante el recital que compartirá en la tarde de este miércoles en el Auditorio Nacional de Madrid con 300 compañeros.
La Sala Sinfónica, donde se esperan más de 2.300 espectadores a las 19:30 horas, es “muy grande”, argumenta sus nervios Lucira, una joven procedente de Angola que empezó a estudiar este año en el CEIP Manuel Azaña, en Alcalá de Henares, y que participará en el concierto gratuito “Tocando futuro” con el que la fundación Acción por la Música celebra su décimo aniversario.
La música como vehículo para el fomento de la inclusión
Son los mismos años que tiene esta joven aspirante a violinista gracias a un proyecto que utiliza la música como vehículo para el fomento de la inclusión, el empoderamiento y la educación en valores, todo ello con el objetivo de que cada integrante de la orquesta alcance la autorrealización, un importante paso en el camino para intentar salir de situaciones de vulnerabilidad o adversas.
Todo comenzó en 2013, y fue gracias a un documental sobre “El sistema” que el maestro José Antonio Abreu creó en los años 70 en Venezuela para “transformar la adversidad en esperanza” llevando la música a los lugares más empobrecidos del país.

La abogada María Guerrero vio un par de años antes el documental sobre esta metodología ampliamente replicada en el mundo y ganadora en 2008 del Premio Príncipe de Asturias de las Artes, y en 2013 fundó Acción por la Música, un proyecto social de inclusión inspirado en “El sistema” con el que se dan clases extraescolares gratuitas en los centros en los que opera.
“Es verdad que es tremendamente ambicioso aspirar a cambiar la vida de una persona, pero realmente no es imposible poder ocupar el 30 por ciento del tiempo de un niño o un joven (con las clases extraescolares), y cualquier cosa a la que hayamos dedicado el 30 por ciento de nuestro tiempo libre en la infancia y la adolescencia resulta fundamental, forma parte de nuestra identidad, parte de nosotros. Eso es, en definitiva, a lo que aspiramos”, dice a EFE la fundadora y directora de la fundación.
Primera toma de contacto de Acción por la Música
Guerrero rememora que la primera toma de contacto de Acción por la Música fue en el CEIP Pío XII, del distrito madrileño de Tetuán, y que, dado los escasos medios con los que se contaba entonces, los propios alumnos creaban sus instrumentos con cartones.
Diez años después, con un banco de instrumentos -muchos de ellos procedentes de donaciones- que ceden a los alumnos, Acción por la Música tiene agrupaciones de coros y orquestas en colegios públicos y centros de varios distritos madrileños, además de Alcalá de Henares y Vigo (Pontevedra), y ha acompañado a más de mil menores y adultos a lo largo de esta década.
Y es que, además de trabajar con niños y jóvenes, especialmente con aquellos vulnerables, han ampliado el radio de actuación y también llevan la música a personas adultas con discapacidad o personas en situación de soledad no deseada.
Guerrero pone en valor la valiosa integración que se genera cuando se juntan las diferentes agrupaciones, y hace hincapié en que Acción por la Música se centra en la parte socioemocional de las situaciones de vulnerabilidad para eliminar las “cadenas invisibles” que atan a las personas a esas situaciones.
Pone como ejemplo que “lo que más predice si una situación económica desfavorable se va a prolongar en el tiempo y cronificar no es esa situación en sí”, sino la “vergüenza, un sentimiento profundo de opresión y de estrés que termina encadenando a las personas”.
La música, “una especie de desbloqueador del cambio”o
“En cuanto las personas se apropian de su dignidad y de su autoestima desbloqueas el cambio”, y la música, en este caso, es “una especie de desbloqueador del cambio”, apunta Guerrero, que señala que en Acción por la Música empiezan “la casa por el tejado” centrándose en la parte superior -“autorrealización”- de la famosa teoría conocida como pirámide de Maslow.
Ese proceso de autorrealización se “sella” en los conciertos gracias a los aplausos del público, añade.
Es por ello que los conciertos son parte fundamental de la labor de Acción por la Música, cuyos alumnos han llevado su música a escenarios como el Teatro Real, el Palacio de la Moncloa, el Museo del Prado o el propio Auditorio Nacional de Música.
En este escenario repetirán esta tarde 300 músicos -270 niños- con la colaboración especial de Daniel Abada, director titular de la Orquesta de Cámara de la Comunidad Valenciana, y con otros músicos de la Classband del IES José de Churriguera de Leganés (Madrid) o de la orquesta juvenil Etorkizuna Musikatan de Bilao, entre otros.