La cantante María Jiménez, en una imagen de archivo. EFE/Chema Moya

María Jiménez, el “animal de escenario” que le dijo “se acabó” al machismo

Javier Herrero |

Madrid (EFE).- Un “animal de escenario” que rugía en sus canciones a los celos y al engaño con un golpe de tacón y un “Se acabó”, un ciclón de energía femenina desbordada que ni los censores se atrevían a frenar, así era María Jiménez, la artista fallecida este jueves a los 73 años.

Jiménez (Sevilla, 1950) comenzó su andadura profesional a los 15 años entre tablaos de Sevilla, Barcelona y las actuaciones en el tablao Villa Rosa en Madrid, donde fue descubierta por una entrega ante el público que pronto quedó de manifiesto.

“Ambiciosa no he sido. Tenía ilusión y ganas, que es dar cada noche lo mejor de ti”, afirmaba a EFE quien comentaba que todo su secreto había consistido en ponerse ante el micrófono y “sentir, vivirlo apasionadamente”.

19 discos en el mercado

Con 19 discos en el mercado, desde “María La Pipa” (1975) al más reciente “La vida a mi manera” (2020), que recogía versiones del cancionero latinoamericano, aquella trianera donde más crecía sin embargo era sobre las tablas.

MARIA JIMENEZ
La cantante María Jiménez, en una imagen de archivo. EFE/Alberto Martín

“Soy un animal de escenario”, insistía, “para mí es un lujo, vamos, un orgasmo”, añadía con esa falta de recato que caracterizaban sus actuaciones, sus palabras y la abertura de su falda.

Fue así como, sin proponérselo, se convirtió en pionera del empoderamiento femenino. “Honestamente no era consciente de las puertas que estaba abriendo. Cuando ahora me veo en vídeo es cuando pienso que todo eso era muy fuerte”, aseguraba al rememorar sus comienzos y una energía sexual ante la cámaras con la que despertó de sopetón a una España en blanco y negro.

“Recuerdo que a (José María) Íñigo una vez la censura le dijo: ‘Esa señora no puede llevar la raja hasta aquí arriba'”, indicaba, señalándose la cadera. “Dígaselo usted”, le respondió el presentador de televisión. “Pues yo no me atrevo”, replicó el censor, y así siguió adelante aquel ciclón, con unas letras que dejaban poco a la imaginación como fruto, apunta, “de la liberación de la transición musical”.

Engaño, celos y final del romance, temas en sus canciones

El engaño, los celos y el final del romance fueron los temas en los que más abundó su cancionero. “El amor es muy light; prefiero el desamor para pelearme con las canciones”, argumentaría al respecto la mujer que convirtió en un himno aquel “Se acabó” en el que le ponía los puntos sobre las íes a un amante desleal y rompía la encorsetada imagen de ama de casa avenida a los abusos conyugales.

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La cantante María Jiménez, en una imagen de archivo. EFE/Ballesteros

No le salvó eso sin embargo de una tormentosa relación en la vida real con el actor Pepe Sancho, con el que se casó en dos ocasiones y al que en 2004, ya divorciada de manera definitiva, denunció por supuestos malos tratos, tras haber padecido otros episodios terribles, especialmente la muerte en accidente de tráfico de su hija mayor, Rocío, lo que la sumió en una profunda depresión.

Con el nuevo siglo vivió un renacimiento musical con temas como “La lista de la compra”, junto a La Cabra Mecánica, cuando la sensualidad de sus inicios evolucionó hacia la jocosidad y un perfil canallesco que habían cultivado con éxito sus colegas masculinos, como Joaquín Sabina, al que reinterpretó en uno de sus mejores discos.

“Yo no llego y me siento a cantar. Me pido una cervecita o un roncito y cuando ya tengo el puntito para cantar, ahí empieza la música”, relataba con humor en sus entrevistas en los últimos tiempos, después de atravesar una serie de problemas de salud.

Así, en 2013 fue diagnosticada de un cáncer de mama, del que la artista anunció en 2016 que estaba totalmente recuperada, pero a principios de mayo de 2019 fue intervenida de un cáncer de colon que la tuvo ingresada e inconsciente casi tres meses.

“Siempre decía que la vida me tenía que dar un baño de humildad y ahora me lo doy todos los días”, afirmaría ya recuperada, feliz de dejar pasar el tiempo en su casa de Triana (Sevilla) junto a sus nietos y segura de que “lo que no te mata, te enseña”.