El escritor Terenci Moix, en una imagen de archivo. EFE/José Huesca

Un documental muestra las luces y sombras de Terenci Moix, el Truman Capote español

Carmen Naranjo |

Madrid (EFE).- “Brillante, generoso, inteligente y manipulador”: así era el escritor Terenci Moix tal y como le describen algunas de las personas que más le conocieron en un documental estrenado con motivo de los 20 años de la muerte del que quiso ser el Truman Capote español y que pone de manifiesto sus luces y sombras.

“Terenci: La fabulación infinita”, dirigido por Marta Lallana y creado por Álvaro Augusto, es el documental de Filmin que llega este viernes a los cines en formato largometraje y que podrá verse en la plataforma el 22 de septiembre en cuatro episodios, con entrevistas a familiares y amigos como Boris Izaguirre, Colita, Núria Espert, Luis Antonio de Villena, Anaïs Schaaff (ahijada de Moix) y algunas de sus exparejas, incluido el actor y gran amor de Terenci, Enric Majó.

Una persona “profundamente libre, nacido en un país donde no existía la libertad”, recuerda el también escritor Boris Izaguirre, gran amigo del autor, que explica cómo tenía un fantástico sentido de la vida como si fuera “una gran escenografía” de forma que rozaba la ficción, “lo insólito, lo inaudito”.

Se refugió desde su adolescencia en el cine

Con fragmentos de sus intervenciones en televisión, el documental repasa la vida de este escritor nacido en 1942 como Ramón que se refugió desde su adolescencia en el cine. Y “cuando tus referentes son en pantalla panorámica, también quieres vivir así”, sostiene su ahijada en el documental.

TERENCI MOIX
El escritor, Terenci Moix, en una imagen de archivo. EFE/J.M/Julián Martín

En 1969 se fue a Roma para ser escritor, una ciudad que, según contó posteriormente, le cambió su juventud “convirtiéndola en literatura”. Fue allí donde, viendo la película “Teorema” protagonizada por Terence Stamp, decidió dejar de ser Ramón para convertirse en Terence Moix.

Su gran amor

A su regreso a Barcelona comenzó a triunfar como escritor y a participar de la vida cultural de esta ciudad. Y a la salida de un teatro conoció al que fue su gran amor, el actor Enric Majó, con el que convivió 15 años.

“Estaba más interesado por la fantasía que por la realidad. No necesitaba más que su imaginación, que la tenía”, sostiene Majó sobre Terenci Moix, quien reconocía cómo, debido a su tendencia a idealizar, amaba a sombras más que a personas.

TERENCI MOIX
El escritor Terenci Moix, en una imagen de archivo. EFE/Julián Martín

Era “brillante, generoso, inteligente y manipulador”, recalca Majó, que puso fin a esta relación, lo que fue un cataclismo para Moix.

Tanto que cuando rompieron hubo lo que se consideró un intento de suicidio por parte del autor que recuerda su amiga y actriz Nuria Espert en el documental. Aunque Colita nunca se lo creyó: “para suicidarse hay que tener mucho valor y Terenci no lo tenía”.

Se decidió que tras este intento de suicidio había que ingresarle en un hospital. A Terenci Moix le dio la sensación de que estaba viviendo un episodio importantísimo de su vida y quiso que tuviera repercusión social: “¡Avisad a la Agencia EFE!, pidió antes de caer dormido por los calmantes.

Premio Planeta en 1986

Tras un tiempo apartado de la vida social de Barcelona, conoció a Carles Mir Andreu y comenzó de nuevo a participar en actos y a escribir, en esta ocasión su novela “No digas que fue un sueño”, con la que ganó el Premio Planeta en 1986.

Los 15 millones de pesetas (unos 90.000 euros) que ganó con este premio le permitieron “llevar una vida esplendorosa que es lo que le gustaba”, recuerda Colita. En esa época sostenía de sí mismo con humor que era la persona “más adorable” que conocía: “era un gran comunicador, triunfó en la televisión, y las señoras lo adoraban”, dice la fotógrafa.

Su modelo, su referente, era el escritor norteamericano Truman Capote: “Quería vivir como una estrella y eso es difícil en el mundo de la literatura. No ahorraba, gastaba” explica el autor Luis Antonio de Villena, que asegura también que sabía lo que era la calidad literaria y aspiraba a ello pero escribía, y lo reconocía, novelas para ganar dinero.

Fumador de tres cajetillas diarias de tabaco, falleció el 2 de abril de 2003 por un enfisema pulmonar a los 61 años en Barcelona. Lo último que pidió fue un cigarrillo y fue enterrado con una cajetilla.