Santa Cruz de Tenerife (EFE).- La directora en Canarias del Instituto Geográfico Nacional (IGN), María José Blanco, ha reconocido este martes que el proceso eruptivo del volcán de Cumbre Vieja ha entrado en una fase “más estable”, pero esa estabilidad se tiene que mantener en el tiempo.
Esta estabilidad, ha precisado, se tiene que mantener “durante cierto tiempo” e incluso disminuir “de forma gradual y mantenida” en todos los parámetros: sismicidad, deformación, tremor y emisión de gases.
La lava ha llegado ya hasta la playa de los Guirres, junto a la fajana, y le separan unos 50 metros para alcanzar el mar, según ha afirmado Francisco Prieto, portavoz del comité de dirección del Plan de Emergencia Volcánica de Canarias (Pevolca).
Prieto ha detallado que la lava que sale del volcán en Cumbre Vieja ha alimentado en las últimas horas a las coladas 1, la que formó el delta, y la 2, la que ha alcanzado la playa de los Guirres, y que ambas llevaban prácticamente un mes sin recibir un “aporte visible”.
En la colada primigenia ese aporte de lava “probablemente” se estaba canalizando hasta ahora a través de tubos volcánicos.
El resto de las coladas se mantienen “estables”, ha indicado Prieto, que ha concretado que la superficie afectada ha aumentado en las últimas 24 horas 3,42 hectáreas, hasta las 988,27.
Por otro lado, la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias ha dado por finalizado el episodio de calidad del aire extremadamente desfavorable por la concentración de partículas en suspensión de tamaño inferior a 10 micras en cinco municipios de La Palma -Los Llanos de Aridane, El Paso, Puntagorda, Tijarafe y Tazacorte-, que ha pasado a considerarse desfavorable.
Los últimos valores medidos oscilan entre los 50 y los 100 microgramos por metro cúbico frente a las superaciones diarias del valor de 150 microgramos desde el pasado 2 de noviembre, asociadas a las emisiones de la actividad volcánica en Cumbre Vieja.
Pese a esta mejoría, el Gobierno de Canarias recomienda a la población de La Palma reducir las actividades prolongadas y enérgicas al aire libre y realizarlas en zonas interiores, o bien esperar a que mejoren las condiciones.