Noelia López y Sol Carreras |
Madrid (EFE).- Banderas preconstitucionales en concentraciones frente a la sede del PSOE en Ferraz, vídeos virales de jóvenes cantando el ‘Cara al sol’, brazos en alto… La simbología franquista resurge cincuenta años después de la muerte del dictador y las encuestas intentan poner cifras al fenómeno.
Según el ultimo barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 17,3 % de los españoles cree que el actual régimen democrático es peor o mucho peor que la dictadura franquista; y el 21,3 % piensa que aquella etapa fue buena o muy buena.
El porcentaje no varía mucho cuando se pregunta a los más jóvenes, personas que no vivieron en franquismo y cuyos padres nacieron cuando el régimen moría.
La Transición y la ola neoconservadora
Para Luis García Tojar, profesor de Sociología en la Universidad Complutense, el actual ‘renacimiento’ del franquismo puede explicarse con dos factores: el empuje de la ola neoconservadora internacional y el «peaje» que pagó la Transición, que implicó que la dictadura no fuera deslegitimada en su momento y que los franquistas no tuvieran conciencia de su derrota política.
Siempre ha habido lo que se ha denominado «franquismo sociológico», pero su opinión estaba desacreditada. Ahora han roto esa espiral de silencio y se manifiestan; siguen siendo una minoría, pero hablan y quieren que se les escuchen, apunta en una entrevista con EFE.
Este experto en sociología política incluye en ese grupo a los mayores que añoran el franquismo, pero también a los jóvenes neoconservadores que se identifican con Donald Trump.

En un tiempo de zozobra, de cierta «angustia identitaria», los jóvenes pueden simpatizar afectivamente con aquella etapa. «Les dicen que hemos complicado cosas que antes no eran problemáticas: las mujeres eran mujeres, y los hombres, hombres; España era una y ahora es un follón; las cosas funcionaban… Es un bulo, pero el mensaje ha calado en parte de la juventud», señala.
Pone el foco en cómo se mueve esa ola en redes sociales, donde grupos ultras y también historiadores de derechas defienden sin restricciones una «historia alternativa» de la Guerra Civil y la dictadura.
Junto a ellos, subraya, está también aquel que simplemente quiere molestar y manifestar su oposición al ‘statu quo’. Y ese ‘statu quo’ es ahora el que exhuma a Franco u organiza actos para recordar la muerte del dictador.
Vox ante el franquismo
La derogación de las leyes de memoria democrática ha sido una de principales exigencias de Vox al PP en las comunidades autónomas en las que necesita de sus votos.
El partido de Santiago Abascal ha dejado claro su rechazo a una visión «única y divisiva» del pasado y defiende «la libertad de cada español para interpretar el pasado histórico de nuestra nación», como dijo su portavoz nacional, José Antonio Fúster, a principios de año.
Es el argumentario oficial, aunque en ocasiones algunos de sus representantes públicos no ocultan sus simpatías por aquella época.

El noviembre del año pasado, el diputado Manuel Mariscal aseguró en el pleno del Congreso que, gracias a las redes sociales, muchos jóvenes estaban descubriendo que «la etapa posterior a la Guerra Civil» no fue una «etapa oscura», sino «una etapa de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para lograr la unidad nacional».
Este mismo mes, el alcalde de la localidad jienense de Puente de Génave, Francisco García Avilés (Vox), lanzó un calendario franquista con la imagen del dictador y la leyenda «Franco, Franco, viva España, arriba España» para regalárselo a los clientes de su gestoría.
La Fundación Francisco Franco, en riesgo de extinción
Uno de los grandes defensores de la figura del dictador es la Fundación Francisco Franco, constituida apenas un año después de su muerte y que cuenta en la actualidad con casi 1.500 afiliados.
«Franco fue un hombre providencial para España tras la Guerra Civil. Salvó a España de caer en las garras del comunismo», dice en declaraciones a EFE el presidente de la Fundación, Juan Chicharro, que asegura que el objetivo de la entidad es difundir el «legado, pensamiento y obra» de Franco desde un punto de vista «histórico».
Uno de los aspectos más interesantes de la Fundación, según Chicharro, es el archivo, que engloba alrededor de 33.000 documentos de los casi 40 años en los que Franco estuvo en el poder, entre los que hay cartas con personalidades de la época como el papa Pablo VI, el presidente de Estados Unidos Richard Nixon o el primer ministro de Reino Unido Winston Churchill.
La continuidad de la Fundación está amenazada por el proceso que acaba de iniciar el Gobierno para pedir su extinción ante la justicia, al considerar que hace apología del franquismo, humilla a las víctimas y no persigue fines de interés general.
La Fundación ha pedido ampliar el plazo para presentar alegaciones y su presidente está convencido de que la pretensión del Gobierno «no va a ir a ninguna parte» porque la permanencia de la entidad, dice, está amparada por la Constitución.

Una plataforma para honrar la memoria de Franco
Más allá de la fundación Francisco Franco, perviven otras pequeñas entidades defensoras de Franco, como Movimiento por España, Asociación Luz de Trento, Ahora España o Fundación Blas Piñar.
Forman parte de la veintena de colectivos agrupados en la Plataforma 2025, nacida este año para reivindicar el ‘legado’ de Franco medio siglo después de su muerte y contrarrestar los actos programados por el Gobierno dentro de la iniciativa ‘España en libertad’.
«No permitiremos que su figura sea mancillada por intereses ideológicos que buscan reescribir el pasado a su conveniencia», sostienen en su página web, donde el manifiesto de la plataforma ha sido respaldado por más de 2.600 firmas.