La ex primera ministra de Bangladés Khaleda Zia en una fotografía de archivo. EFE/ Abir Abdullah

Muere Khaleda Zia, la líder intransigente que polarizó Bangladés y sobrevivió a su rival

Por Indira Guerrero |

Nueva Delhi (EFE).- Khaleda Zia, la matriarca del nacionalismo bangladesí y figura central de la política del país durante cuatro décadas, ha fallecido este martes en Daca a los 80 años, cerrando definitivamente la era de la «Batalla de las Begums», la feroz disputa personal que mantuvo con Sheikh Hasina y que dividió a la sociedad en dos bandos irreconciliables hasta el final.

La líder del Partido Nacionalista de Bangladés (BNP) murió a las 6:00 hora local (00:00 GMT) en el Hospital Evercare, rodeada de un equipo médico internacional tras años de un deterioro físico marcado por la cirrosis, la diabetes y el confinamiento.

Zia se marcha con una última victoria política sobre su enemiga jurada, fallece un año y cuatro meses después de ver caer el régimen de Hasina y apenas cinco días después de que su hijo y heredero, Tarique Rahman, pudiera regresar del exilio.

Muere libre y absuelta por los tribunales, pero físicamente consumida por los años de prisión a los que fue sometida.

Khaleida Zia
Miembros del Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) llevan un retrato de gran tamaño de la presidenta del BNP, Begum Khaleda Zia, en una fotografía de archivo. EFE/ Monirum Alam

La forja de una «líder intransigente»

Aunque Zia no estaba destinada a la política, el asesinato en 1981 de su esposo, el general y presidente Ziaur Rahman, la empujó a llenar el vacío de poder, asumió el mando del partido y lideró la resistencia callejera contra la dictadura militar de H.M. Ershad con una tenacidad que le valió el título de «líder intransigente».

Su carácter quedó definido en 1987, cuando desafió el toque de queda militar con una frase que se convertiría en su lema: «Estoy preparada para morir».

Esa determinación la llevó a convertirse en 1991 en la primera mujer primera ministra de la historia del país, rompiendo barreras en una sociedad conservadora.

Luces y sombras de un legado

Su mandato transformó la demografía laboral de Bangladés al impulsar la educación gratuita para las niñas y liberalizar la economía. Sin embargo, su legado es indivisible de la polarización extrema.

Su decisión de gobernar en coalición con el partido islamista Jamaat-e-Islami en 2001 le permitió lograr una mayoría aplastante, pero también dio oxígeno al radicalismo religioso y le granjeó feroces críticas en Occidente.

A esto se sumaron las acusaciones de corrupción endémica en su entorno, simbolizadas por el «gobierno paralelo» que operaba su hijo Tarique desde la oficina política conocida como Hawa Bhaban, una mancha que sus detractores nunca olvidaron y que fue el argumento central de los procesos judiciales en su contra.

Su salida del poder en 2006 marcó el inicio de su declive, el fin de un mandato caótico marcado por la violencia callejera y un gobierno de emergencia respaldado por el Ejército, Zia sufrió una derrota aplastante en las elecciones de 2008 frente a la Liga Awami de Hasina.

Khaleida Zia
Simpatizantes del Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) asisten a un mitin multitudinario en la zona de Naya Paltan, en Daca, Bangladesh, en una fotografía de archivo. EFE/ Monirum Alam

A partir de entonces, quedó relegada a una oposición cada vez más asfixiada. La decisión de boicotear los comicios de 2014 dejó a su partido fuera del Parlamento y a ella a merced de la maquinaria judicial de su rival, que reactivó viejos casos de corrupción hasta lograr su condena.

La resistencia final

Encarcelada en 2018 en una prisión colonial abandonada, Zia se transformó en un símbolo de resistencia pasiva, mientras su salud colapsaba, rechazó reiteradamente las ofertas del gobierno de Hasina para ser liberada a cambio de abandonar el país y exiliarse en Londres.

«No tengo a dónde ir. Este es mi país y aquí moriré», respondió a su círculo íntimo en los momentos más críticos de su encierro. Al negarse a huir, deslegitimó moralmente a su rival y preservó su capital político intacto hasta el levantamiento estudiantil de 2024.

Khaleda Zia deja un Bangladés en plena transición, a las puertas de unas elecciones cruciales en 2026. Se marcha la mujer que definió la identidad nacionalista del país, una líder que no pidió perdón por sus alianzas y que, en su último acto público tras ser liberada, sorprendió al pedir frenar la violencia contra sus verdugos políticos.

 «No a la destrucción, no a la venganza. Construyamos una sociedad basada en la paz», dijo.