Castillonuevo: cuando ser alcalde es una vocación

Javier Rodrigo

Pamplona (EFE).- Ser alcalde de Castillonuevo, el municipio más pequeño de Navarra, con solo 15 habitantes censados, es cuestión de vocación, de amor por el pueblo, más que de ejercer un cargo público, y el mejor ejemplo para ilustrarlo es el primer edil de la localidad, José Hernández, de 82 años, que se retira tras décadas de servicio a la población en la que nació.

La suya es la otra cara de la política, la del alcalde multifunción, la de la persona a la que sus paisanos llaman para exponerle sus problemas y buscar entre todos una solución, como en una comunidad de vecinos. Aquí la política “sobra”, como dice Hernández en una entrevista con EFE.

Al servicio del pueblo desde 1979

Hernández, de UPN, fue elegido alcalde en las primeras elecciones municipales de la democracia, en 1979, y ha desempeñado esta función hasta la actualidad, excepto en una legislatura. Aquel “era un pueblo de poca gente” y, al ser uno de los más jóvenes, le propusieron ser alcalde. “Y no te vas a negar en tu pueblo…”, reconoce.

Pero en mayo, agrega, “si Dios quiere, ya me salgo, porque ya tengo muchos años y ya es hora de dejarlo, ahora hay gente joven que puede ser (alcalde). Tengo 82 años y ya son muchos años, porque aquí hay que hacer de alcalde, de alguacil y de todos los oficios, hay que hacer de todo un poco”.

Cuando hay algún problema, los vecinos le llaman, no al móvil, porque no hay cobertura, sino al teléfono fijo de casa, “que yo lo tengo precisamente por eso”.

En Castillonuevo no hay concejales, solo alcalde. Los plenos se celebran en lo que se llama “concejo abierto”, en el que todos los que están empadronados pueden participar con voz y voto, pero “no el primer día que se empadronan, sino a los dos años, para eso y para otras costumbres que tenemos en el pueblo”, apunta.

Imagen de la localidad navarra, con 15 habitantes censados. EFE/Villar López

Pocos, pero bien avenidos

Hernández nació en esta pequeña localidad pirenaica navarra situada a 78 kilómetros de Pamplona. “Yo nací aquí, morir no se sabe dónde, pero, si puedo, aquí también”, asegura el alcalde, que ha sido siempre agricultor: “Me he defendido, más o menos, porque no son zonas (de cultivo) muy buenas. He estado muy a gusto, y estoy, y siempre con ilusión”.

La vida en Castillonuevo no ha sido fácil. En su caso, “nací aquí y me ha gustado el oficio que he tenido, pues lo he pasado bien, sin enterarme de si era aburrido o solitario. Para uno que no haya nacido aquí, me imagino que será más duro”.

Son pocos en el pueblo, pero bien avenidos. Hernández destaca que siempre ha dejado “la puerta abierta” a que otros se presentaran a alcalde, pero según relata le contestaban: “No, tú preséntate, que te vamos a votar todos a ti. En ese sentido, más que agradecido estoy”.

Para él ha sido un honor ser alcalde durante tantos años de su pueblo, una comunidad en la que la política se deja al margen. “La política aquí, si he de ser sincero y claro, sobra”, subraya Hernández, quien explica que de lo que se trata es de “la gestión del pueblo, hacerlo lo mejor que puedas y punto”.

Internet, la asignatura pendiente

El alcalde se marcha no obstante con una espinita clavada: “Hay algo que me salgo sin conseguirlo, pero esto ya es culpa un poco de la Administración, tengo que decirlo aunque no les sepa bueno, porque no tenemos internet ni tenemos nada, ni poste para móviles ni nada”.

Muchas veces le han prometido instalar internet y cobertura móvil en el pueblo, “pero han pasado varios partidos y ninguno me lo ha puesto, y en ese sentido estoy muy quejoso, y no me importa que lo sepan”. El próximo alcalde “a ver si tiene más influencia que yo”, afirma.

Hernández recuerda el tiempo, no tan lejano, en el que en el pueblo había ocho empresas agrícolas y ganaderas, pero eso, lamenta, “se ha perdido porque los dueños están debajo tierra”.

El alcalde pasea por las calles de su pueblo. EFE/Villar López

El despoblamiento

Castillonuevo sufre el problema del despoblamiento como tantos otros pueblos del Pirineo, “porque antes se vivía de ganadería y montes, pero eso ha desaparecido”, señala el alcalde. “La gente joven va a estudiar a Pamplona y se colocan allá, y los fines de semana, a los pueblos. Esa es la vida aquí y en toda la zona. Eso no ha cambiado, porque no ponen industria cerca ni nada y eso ha hecho que el personal se vaya”, comenta Hernández.

Pero el alcalde no pierde la esperanza: “Yo creo que ahora va a empezar a cambiar algo, me parece a mí, porque hay jóvenes que ya tienen el deseo de venir a vivir al pueblo”.