La doctora en Arqueobotánica Amaia Arranz Otaegui. EFE/Javier Etxezarreta

La arqueóloga Amaia Arranz reivindica el rol de la mujer en la transición a la agricultura

Carlos López Izquierdo |

San Sebastián (EFE).- La doctora en Arqueobotánica Amaia Arranz Otaegui opina que la mujer “pudo haber tenido un rol muy determinante” en la transición hacia la agricultura que, entre 23.000 y 11.600 años atrás, llevó a los humanos a abandonar una vida nómada basada en la caza y la recolección para asentarse en torno a sus cultivos.

“Por el momento no existen evidencias para demostrarlo”, pero es una idea que “está abierta”, explica Arranz Otaegui en una entrevista con EFE en el marco del evento ‘Ciencia Jot Down’ que tiene lugar en San Sebastián en colaboración con el Donostia International Physics Center (DIPC).

Esta investigadora Ikerbasque de la Universidad del País Vasco explora en el sudoeste asiático los factores que motivaron a las últimas poblaciones de cazadores-recolectores a cultivar e intensificar la explotación de recursos vegetales, gracias a una beca ERC Starting Grant, una de las ayudas más prestigiosas de la UE, dotada con un millón y medio de euros.

AGRICULTURA MUJER
La doctora en Arqueobotánica Amaia Arranz Otaegui. EFE/Javier Etxezarreta

Ahora, esta arqueóloga reivindica el papel de la mujer en este momento tan “importante” de la prehistoria. “Si nos fijamos en la etnografía, la alimentación y el rol de la explotación de plantas son siempre actividades relacionadas con las mujeres”, explica la investigadora.

Un ámbito que no se ha investigado

Un ámbito que, según indica, “no se ha investigado y que es una parte importante a la que tenemos que hacer caso, porque puede dar pistas para poder comprender mejor esta transición, el por qué de la explotación de los cereales y luego el inicio de su cultivo”.

“Seguramente puede haber un componente femenino en este cambio”, insiste esta experta, quien recuerda que “habitualmente, en las sociedades tradicionales, las plantas y las actividades de cocinado y de procesado de alimentos están siempre muy relacionadas con el género femenino”.

“De hecho -prosigue-, si miramos también a los esqueletos, que nos informan del tipo de actividades que llevaban a cabo estas sociedades de cazadores-recolectores, vemos que las mujeres eran las que estaban machacando grano”.

En cualquier caso aclara que su investigación, un proyecto de cinco años que se encuentra aún en el primero de ellos, es mucho más amplia y se centra en el epipaleolítico, justo la fase anterior a la “cultura neolítica” en la que luego se expandió la agricultura.

Con él pretende “determinar” si los últimos cazadores-recolectores ya habían empezado a cultivar en aquella época, así como el tipo de subsistencia tenían, su alimentación, su dieta, “todo lo que tiene que ver con su comida” y qué tipo de economía practicaban en cada lugar, además de reconstruir el medio ambiente en el que vivían.

Individuos altos

La experta aclara que, según de las evidencias de las que se dispone, estas poblaciones asentadas en el sudoeste de Asia estaban compuestas por individuos altos, que “no tenían enfermedades muy graves” ni padecían “caries”, además de poseer “unos huesos superfuertes”.

AGRICULTURA MUJER
La doctora en Arqueobotánica Amaia Arranz Otaegui. EFE/Javier Etxezarreta

Una situación muy diferente a la que más adelante se produce en sociedades ya “plenamente agrícolas”, como las de hace 9.000 años, en las que se aprecia un aumento de las “enfermedades de la boca” y de la artritris, probablemente derivada de trabajar “muchas más horas al día” en el campo.

“Es como que el ser humano cae en una trampa mortal cuando empieza con la explotación de cereales y legumbres, porque trae consigo una serie de consecuencias para la salud, si bien en aquel momento ellos no se pueden dar cuenta de ello”.

“Caes en una trampa, pero sigues y sigues porque también tiene sus cosas buenas, como el almacenaje de comida, que es una salvaguarda” para el futuro en épocas de hambre, detalla la arqueóloga.

Arranz Otaegui no oculta sin embargo que, con amplitud de miras, se constata que, más adelante, el desarrollo de la agricultura fue muy positivo, porque sin ella “seguramente no viviríamos 90 años como hacemos en la actualidad”.