Paula Fernández |
Lisboa (EFE).- “Alquilar una casa es impensable, aunque sea un estudio. Son cifras locas, un salario entero”. Magda no se imaginaba compartiendo piso a los 39 años, pero es la realidad que sufren muchos profesores portugueses en un país que, pese a necesitar urgentemente docentes, no les ofrece una vida digna.
Magda, que prefiere no dar su nombre real, se licenció en 2007 y, tras años de precariedad en escuelas privadas y academias porque no había sitio en la pública, en 2013 decidió hacer la maleta y poner rumbo, “sin nada”, a Macao, cuenta a EFE.
En esta región autónoma de China, colonia portuguesa hasta 1999, la vida era “mucho mejor”, pero la distancia de la familia acabó pesando y volvió a su país natal dispuesta a intentar probar suerte de nuevo y solicitar alguna de las plazas que ofrecen en régimen de interinidad en las escuelas.
La falta actual de docentes en Portugal es tal que a Magda la admitieron en decenas de ellas, todas en la región de Lisboa, donde se concentran las mayores carencias junto al Algarve (sur).
Pero salir de la precariedad sigue pareciendo una utopía.

Alojamiento compartido
La odisea llegó cuando tuvo que buscar casa: “Una habitación está entre los 500 y los 800 euros y un apartamento, sin duda, por encima de los 1.000. Pero ni siquiera pregunté, porque estaba fuera de mis opciones”.
Magda encontró la solución en un alojamiento gestionado por una orden religiosa, un centro para ancianos que también tiene habitaciones que las monjas alquilan a personas de la comunidad más necesitadas, como los profesores.
“Tuve mucha suerte en ese sentido. Pero tengo 39 años y nunca pensé que a esta edad tuviese que compartir casa con otras personas”, lamenta.
Un profesor que acaba de empezar su carrera recibe poco más de 1.000 euros netos al mes, y este salario se mantiene mientras estén como interinos, aunque si no consigue un contrato para todo el horario lectivo su salario puede ser inferior.
Ser fijo, una espera de décadas
Conseguir una plaza fija es complicado: la ley exige que el docente sume tres años enteros consecutivos con horario completo (22 horas lectivas, 35 en total), lo que en la práctica no es nada fácil y depende de la asignatura que impartan.
La realidad es que muchos pueden tardar décadas en lograrlo, y hasta entonces tienen que cambiar de ciudad casi cada año.

Es el caso de Pedro Azevedo, que lo ha conseguido a sus 48 años y tras 21 de carrera, pero no de la forma habitual, sino gracias a un nuevo régimen de carácter excepcional que el Gobierno abrió este año para intentar atenuar el problema.
Azevedo también trabaja en la zona de Lisboa, aunque sufre menos problemas para gestionar sus finanzas porque tiene una vivienda en propiedad en Oporto, su ciudad natal.
Pero los viajes para mantener el contacto con la familia son cada vez más caros. “Un viaje de ida y vuelta en coche de Oporto a Lisboa son cerca de 100 euros entre peajes y combustible. Ha sido un desafío cada vez mayor para la gente que está trasladada”.
Algunos profesores portugueses incluso rechazan plazas porque no pueden afrontar un alquiler en la capital.
“Una compañera de Trás-os-Montes (noroeste luso) que consiguió un contrato aquí probablemente no podrá quedarse, porque no encuentra una vivienda que pueda pagar”, asegura Azevedo.
Cambiar de destino cada año y llevar la casa a cuestas tampoco es fácil. “Es muy complicado gestionar tu vida personal, ya que cada año empezamos de cero, dejamos atrás a personas que conocíamos”.
Magda coincide en que al final de cada curso las despedidas son duras: “Esta escuela tiene muy buen ambiente y ya he pensado que no puedo encariñarme mucho, porque el año que viene hay una gran probabilidad de que no me quede”.

Huelgas y manifestaciones por parte de los profesores portugueses
Los profesores portugueses suman años de contestación en el país, donde en el último año se han intensificado las huelgas y manifestaciones para pedir mejoras y medidas, entre ellas la devolución de más de seis años y medio de antigüedad que tienen congelados, un tiempo que consideran “robado”.
No se sienten valorados, ni por los sucesivos Gobiernos, ni por la sociedad, se queja Azevedo, que denuncia “falta de apoyos” para los que tienen que trasladarse.
Mientras tanto, muchos alumnos han empezado el curso sin profesor en una o más asignaturas, en un país donde hasta 2030 harían falta 34.500 profesores, según un estudio de la Escuela Nova de Negocios y Economía (SBE).
La lucha sigue, con una semana de huelga que culminará este viernes con una manifestación en Lisboa.
Algunos ya se han rendido, lamenta Magda. “Hay mucha gente que se va. Abandonan la carrera porque no soportan más”. EFE