Carlos López izquierdo/San Sebastián (EFE).- Una colección de fauna prehistórica en un hueso de alcatraz decorado hace 12.000 años. Ciervos, caballos, cabras, uros y sarrios, toda una lección de fauna prehistórica, reunida en un pequeño hueso de un ave.
Colección de fauna
Un cúbito de alcatraz sobre el que hace unos 12.000 años un artista grabó también otros símbolos, varios de los cuales han podido ser descubiertos ahora gracias al reestudio de la pieza, descubierta originalmente en 1966.

Según informa la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en una nota, el hallazgo, publicado en la revista “Journal of Paleolithic Archaeology”, corresponde a una investigación basada en la tesis doctoral del arqueólogo Asier Erostarbe.
La pieza, de 17,9 centímetros de largo, localizada en la cueva La Torre de Oiartzun (Gipuzkoa), es uno de los pocos objetos de arte mueble con una decoración pericilíndrica de la península que presenta en su contorno una compleja combinación de motivos.
Hueso de alcatraz
El hueso está profusamente decorado con representaciones figurativas de animales. Entre ellas un antropomorfo, y distintos signos como líneas simples, paralelas y zigzags, varios de los cuales no aparecieron en la primera inspección que el antropólogo José Miguel Barandiarán hizo del objeto, pero que ahora han salido a la luz gracias a las nuevas tecnologías, según ha explicado ahora EFE Asier Erostarbe.
Los grabados figurativos, dispuestos en dos bandas orientadas en sentido inverso, demuestran la gran “pericia” del artista magdaleniense que los hizo a lo largo de todo el cilindro del hueso de alcatraz. Una pieza que reúne a alguno de los animales cinegéticos predilectos en la prehistoria, como el ciervo o la cabra montesa, aunque también otros que se cazaban con menor frecuencia como el caballo, el uro o el rebeco.
Patrón similar
El análisis realizado por Erostarbe demuestra ahora que las representaciones “siguen un patrón similar en todos los casos”,. Los contornos de las figuras y los signos se trazaron primero, pasando una herramienta lítica, posiblemente un buril, varias veces para hacer profundos surcos.

Las decoraciones formadas por líneas cortas y las muescas se realizaban más tarde. A veces, era necesario que el grabador diera la vuelta al hueso para practicarlas.
El estudio de Erostarbe constata además que el artista poseía “una gran capacidad cognitiva, una apreciación estética de la regularidad visual y una lateralización de las funciones motoras”.
Yacimientos magdalenienses
Las figuras realizadas presentan además “similitudes en el tratamiento”, especialmente de los animales, con otros yacimientos magdalenienses de la cornisa cantábrica y los Pirineos. Esto corroboraría “intercambios de comportamientos técnicos e iconográficos” entre distintos artistas.
Por el momento se desconoce la función de este tipo de objetos cilíndricos a los que se atribuyen distintos usos como aerógrafos, silbatos, recipientes de agujas, cuentas en proceso de fabricación, recipientes de ocre o incluso objetos rituales.
“Al contar con un reducido conjunto de ejemplares en el mundo es muy difícil atribuir una única funcionalidad y puede que sirviesen como objetos multifuncionales”, concluye la nota de la UPV/EHU. EFE